Acurrucado en un rincón oscuro
de una cocina’e campo, junto al fuego,
hallábase sentado un viejecito
con una pava negra y un yerbero.
Miraba con temor, a la deriva,
como si aprisionara al mundo entero,
bajo el color gris seco de sus ojos
y las callosas manos ya sin tiempo.
Ocultaba el sufrir de su pasado
con un agua bendita de silencios
y el ayer le azoraba la mira
como nube pequeña en ancho cielo.
Su mente, cual la caja de guitarra,
musicaba madera de sus sueños
y seis hilos de notas encendidas
prendían un amanecer a su recuerdo.
La cocina de campo es un abrazo
que lo abarca y ocupa su universo,
no hay nada más allá del rinconcito
donde el viejo matea su trayecto;
no queda en su vivir un horizonte
que lo vuelva al sentido de lo eterno,
está… muy más allá de los pesares…
y un poco más acá… de los misterios….
Versos de Marta Cecilia Grillo
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