sábado, 20 de marzo de 2021

CARNAVAL EN EL PAGO

 (en una estancia del centro norte)

 

Un entusiasmo cordial,

prenuncio de gran halago,

ha despertado en el pago

las Fiestas del Carnaval.

Tan juvenil y sensual

cual nunca está la mozada;

en la estancia “La Alborada”

no se habla, ya, de otra cosa,

y dicen que Doña Rosa

de la fiesta es la encargada.

 

Al “serrano” Timoteo

le han encargado juntar

la tropilla de montar

y algún mamón del rodeo.

Cumplirá, así, su deseo…;

(es tremendo comilón)

y ya, chaireando el facón

espera la hora, tranquilo,

con su panza de cachilo

y el mirar de lechuzón…

 

Empanadas  y pasteles

hará la “Negra” Teresa,

y habrá de servir la mesa

-adornada con claveles-

Doña Rudecinda Velez

cuya edad nadie comenta,

pues ya se perdió la cuenta

y quien la quiera encontrar

ha de tener que estudiar

abajo del año ochenta…!

 

Pasa rondando Donato

por si algún cargo le dan;

mas como es algo haragán,

será el de espantar el gato…

Allí también hay un ñato

que solo se presentó;

el “Vizcachón” lo observó

y mirándolo, atrevido,

-“aquí sobra un comedido”-

como entre dientes gruñó.

 

Se oyeron los cascabeles

de los fletes en los frenos

y un rodar como de truenos

de jinetes en tropeles…

A la tradición muy fieles,

esos gauchos del lugar,

vinieron a saludar

a la dueña de la estancia

y con singular prestancia

sus endechas a cantar.

 

También, usando la treta

de sorprender la ocasión,

a la animada reunión

cayó un gringo con careta.

Como sería de sotreta,

-yo lo juro por Luzbel-

que después del rato aquel,

ya en natural evidencia,

no existía diferencia

entre la careta y él…!

 

Y las serpentinas rosas,

en continuo viborear,

comenzaron a rodear

el cuello de aquellas mozas.

Las albahacas aromosas

desparramaron su olor;

alzó su voz el cantor

y agitábase en la rueda

blanco pañuelo de seda

como símbolo de amor…

 

Cual banderas desplegadas,

entre un rumor de sauzales,

tremolaron los percales

de aquellas recién llegadas.

Actuaron las mascaradas

con su habitual gritería;

toda china allí lucía

al pecho su linda flor,

y el que no hablaba de amor

era… porque no quería.

 

Tan voluptuosa y sensual

dijo de amor su querella,

bajo la luz de la estrella,

la guitarra nacional.

Un “estilo” emocional

a todo pecho alcanzó,

el “licor rojo” mojó

el labio de aquellas mozas

tan dulces y cariñosas

que el lucero las besó.

 

De repente, en un picazo,

-con una copa de más-

apareció el capataz

revoleando, fiero, el lazo.

Con un rudo encontronazo

hizo rodar el mortero;

luego, con aire altanero,

a todos miró, muy fijo,

y “Este es –murmurando, dijo-,

el Carnaval que yo quiero.

 

Disuadiéronlo, al momento,

de su propósito inculto,

mas no cedió en el insulto

que allí repartió sin cuento…

De pronto, desde su asiento,

fiero, un paisano, se alzó;

al ‘moreira’ atropelló

el poncho envuelto en el brazo

y de un rudo talerazo

contra un cerco lo tiró…!

 

Aplaudieron al valiente

todos los de la reunión,

y se inició un pericón

con un batallón de gente…

De las mozas en la frente

la cinta azul; del percal

el frú-frú; y el ideal

que a recordarlo convida,

cual promesa no cumplida

desde el otro carnaval…

 

Consecuente en la paciencia,

bajo la agreste ramada,

dormía la caballada

soñando con la querencia…

De algún perro la presencia

podíase allí notar;

y queriendo saludar

al Carnaval esa noche,

de luz haciendo derroche

se vio al lucero bajar…

 

Ya se ausentaba la tarde

entre crepúsculos lilas,

y femeniles pupilas

lloraron su amor cobarde…

En un varonil alarde

algún potro relinchó;

lejos el chajá gritó,

y entre la tupida fronda

completamente redonda

la triste luna asomó…

 

De aquella luz al amparo

se bailó hasta la alborada,

buscando, ya, la mozada,

a su cansancio reparo.

Estremeció el grito raro

de la lechuza agorera;

junto a la obscura tapera

errante perro lloró,

y al día lo inauguró

la calandria tempranera.

 

Tiempos de mis Carnavales

que se fueron con la bruna

noche sin amor ni luna

de estas mis horas actuales:

entre sombras nocturnales

os veo, ahora pasar,

y me comienzo a angustiar

al ver que ahonda mi herida,

el Carnaval de la vida

donde se aprende a llorar.

 

Versos de Julio Díaz Usandivaras

sábado, 13 de marzo de 2021

EL SAUCE LLORÓN

 Es árbol decorativo

de estos mis valle sonrientes,

el que en los días sonrientes

hace fresco incentivo.

El señor inofensivo

que, en las noches misteriosas,

vela el sueño de las cosas

y está en la paz que se ahueca,

como imponiendo la mueca

de las sombras tenebrosas.

 

Guardián de cabellos lacios

al margen de las acequias,

donde su duelo de exequias…

lloran los buenos batracios:

no sueña con los palacios

ni aspira a ser elegido,

porque sabe que en el nido

menos vale, por el nombre,

ser protegido del hombre

que ser de Dios protegido.

 

Sabio en la gloria profunda

del vivir de la montaña,

vive inclinado a la entraña

de toda gleba fecunda;

y a la fuerza que lo inunda,

así, su copa votiva,

parece -melena viva-

la cabeza de un poeta

cuya remota silueta

guarda la tierra nativa!

 

En su alto y verdeante hechizo

juega una blanca memoria…

como confundida historia

de un existir impreciso;

por eso, bueno y sumiso

a pesar de sus templanzas,

turbado en sus remembranzas

finge, a los soplos del viento,

el descompaginamiento

de un gran libro de esperanzas!

 

Miraje fiel y real

que, por la marcha sin treguas,

consigue acortar las leguas

desde la villa natal;

es bien querido al final

del transitado sendero,

glauca luz del derrotero

y alma que allá en el retiro,

provoca el primer suspiro

del corazón del viajero.

 

Hospitalario sin clave

de rebuscadas teúrgias,

goza las dulces liturgias

de los amores del ave;

pues dice que ellas cabe

la suerte de nuevos dones…

y dueño de sus canciones

se juzga un místico abuelo.

Dichoso con el consuelo

de los alados pichones.

 

Jamás en su estancia estorba

ni envidia al florido alcor:

que siempre es el seductor

de la mirada más torva;

y aunque de espeso se encorva

como ensayándose en ruinas,

es, por sus gracias divinas,

mucho más noble y preclaro,

sin flores y sin amparo,

sin frutos y sin espina.

 

Quieto vigía en la aldea

de la viña y de los campos,

donde distiende sus lampos

del sol la grande presea;

nada ni a nadie desea

y, por su virtud eximia,

hasta permite la nimia

cita,  que en algún rincón,

desenfrena la pasión

con un dulzor de vendimia…

 

Rey mago del reino augusto

de las hierbas milagrosas,

de las flores olorosas

del árbol y del arbusto:

ninguno como él, vetusto

símbolo de soledad,

halla, en sagrada verdad,

mejor indulgencia franca

para beber en la blanca

fuente de la eternidad.

 

Suma el amigo árbol útil,

sabio guardián en la umbría,

hospitalario vigía

y rey del traje inconsútil;

por eso, sobre lo fútil,

su bella copa votiva

parece -melena viva-

la cabeza de un poeta

cuya remota silueta

guarda la tierra nativa!

 

Versos de Alberto G. Ocampo

REMANSO ESPIRITUAL

 Con sencillez criolla y mansa

vive serena La Rioja;

aquí es más nuestra la Patria,

aquí la paz es más honda.

 

Enraizada en el pasado

la pequeña ciudad sueña;

fiel centinela El Velazco

su sueño apacible vela.

 

Las calle con flores lilas

los jacarandaes alfombran

y las moreras tapizan

el suelo con dulces moras.

 

Por todos lados naranjos,

jazmines, enredaderas;

vistosos palos borrachos

en las plazas y veredas.

 

Milagros de floración

en esta tierra sin agua;

tierra que se angustia por

inundarse de esperanza.

 

Las antañonas victorias

con sus cansinos caballos

nos recuerdan viejas cosas

de un recóndito pasado.

 

La ciudad se anima con

changos en burritos pardos

y una nota de color

hay en la voz y en el canto.

 

Vibra muy suave la vida

en sus coloniales casas;

los grandes patios destilan

una lánguida fragancia.

 

Y una musical frescura

vierten los huertos en flor

mientras en el alma hay una

laxitud de ensoñación.

 

Aquí se apaga el rumor

del mundo que marcha aprisa;

aquí muere la ambición

y florece la sonrisa.

 

Todo es bondad y quietud

y amor y serenidad;

aquí el cielo es más azul

y es más profunda la paz.

 

Versos de Odín Gómez Lucero

BENITO LYNCH

 Alto, enjuto y de rostro perfilado,

solitario, interior, tal se le viera,

a este Benito Lynch, que gaucho era,

de parco hablar y paso desgarbado.

 

 A la tierra, las mieses y el ganado,

se dio con mística pasión sincera.

Tradujo al criollo en la versión señera

de su cálido, auténtico pasado.

 

Se hunde en la pampa inmensa y abismante.

Vence su soledad aniquilante,

y hace suyos las almas y el ambiente.

 

Ceden al fatalismo de la raza

sus personajes, y el amor lo traza,

eterno, Pantaleón, noble y doliente.

 

Versos de Rodolfo Oyhanarte

viernes, 12 de marzo de 2021

CARROS

 Donde termina la calle

se desperezan los carros

de Don Pedro Lolaberry,

con lo varales en alto.

Acaban de recorrer

distantes caminos arduos,

y no se sabe qué expresan

con sus brazos levantados:

si le agradecen al cielo

el merecido descanso

o si protestan al mundo

por exceso de trabajo…

 

Versos de Pedro González Gastellú

PUENTE

 (Al de San Antonio de Areco)

 Lo previó Concolorcorvo

y lo enalteció el Poeta.

Sobre los lomos del río

el Puente afirma sus piernas

y aunque el Río es potro bravo

el Puente lo ginetea.

De este lado el Pueblo duerme;

del otro el Campo despierta.

La calle se hace camino

al cruzarlo, y a la vuelta

el camino se hace calle

y el Campo en el Pueblo entra.

Cuando el Río los separa

Salta el Puente y los acerca.

 

Versos de Pedro González Gastellú

domingo, 7 de marzo de 2021

CARRERA CRIOLLA

 Un alazán, “El Radial”,

y un ruano, “El Novelista”,

se midieron en la pista

en carrera magistral;

y en la cancha terrenal

donde los dos se aprontaron,

la carrera allí largaron

a un mismo tiempo y parejo,

tropezando el ruano viejo

cuando apenas castigaron.

 

En los aprontes que hicieron

para alistar la carrera

cada cual a su manera

el triunfo ya predijeron,

y muchas son las que fueron

las apuestas concertadas

además de las cruzadas

en las diversas partidas;

¡qué de esperanzas perdidas!

¡qué de ilusiones soñadas!

 

El ruano era escarciador.

Duro de boca (estrellero),

mosqueador y coscojero

y de yapa, coceador;

de tan atropellador

tenía medio alegrada

a toda la paisanada

porque el ruano parecía

-según así se decía-

que la tenía robada.

 

Al contrario, el alazán

era tranquilo y sereno

siempre afirmado en el freno

parecía un holgazán.

Más se volvía un titán

en cuantito lo tocaban;

es decir: lo preparaban

para el “vamos” o largada,

y la carrera cortada

los del tostao la ganaron.

 

Los dueños de “El Radial”

querían probar esta cancha

para correr la revancha

de otra carrera parcial

y así confirmar el “mal”

de un tal “Correa”, rayero,

que a este mismo parejero,

con descaro y con presión,

le quitó una posición

al dar un fallo “fulero”.

 

Resultó pura parada

el ruano atropellador

ya que todo su furor

se le acabó en la largada…

Y toda la paisanada,

gritaba: “ya se aplastó”,

cuando el tostao se cortó

por varios cuerpos, solito,

solo se escucha un grito

del alazán, que ganó!

 

Versos de José J. Rodríguez

sábado, 6 de marzo de 2021

MILICO

 (evocación de los tiempos del Territorio Nacional de La Pampa, anterior a la provincia, 07/1951)

Milico legendario de sable corvo,

con polainas inglesas y de alpargatas,

que al trotecito breve de un pingo moro

te embriagabas de leguas en nuestra Pampa.

 

Allá en las Pulperías de Emilio Mitre

en bacanales sórdidas de aquella indiada

rapaz y embravecida, tu mano firme

y la vista felina, te crearon fama.

 

Puelén, La Primavera, La Copelina

recuerdan tus arrojos y tus hazañas,

jamás ‘perdías el rastro’ entre las cuchillas

ni extraviabas el norte, sobre las ‘bardas’.

 

Eras de la justicia la Ley suprema

con filo y contrafilo, como una daga;

‘juez de raya’ absoluto de una cuadrera

y ‘sacador de manos’ como una taba.

 

Bailarín consumado de zamba-cuecas;

zapateador insigne de cien ‘mudanzas’

mientras el paisanaje formando ‘rueda’

iba siguiendo el ritmo de las guitarras.

 

‘Milico’ que te pierdes en el progreso

de las rutas que cruzan toda La Pampa,

hoy vives solamente entre los recuerdos

que jalonan la vida de nuestra raza.

 

Eras el gaucho altivo. Girón de historia

que hizo famoso el Norte: grande la Patria,

cuando al grito de Güemes formaron hordas

que sembraron de heroísmos campos de Salta.

 

Riojano, bonaerense, de cualquier parte

que para eso esta tierra, es toda entraña.

Te llamaras, Quiñones, Amaya, Zárate…

No interesa. Eras criollo de gaucha casta!

 

Persiguiendo cuatreros y criminales

eras Ley hecha carne; nervio y pujanza.

Tu fuerza iba hermanada con el coraje

y éste era tan intenso como La Pampa.

 

‘Milico’ temerario que abriendo surcos

sembrabas el progreso, con fe sagrada,

para que floreciera nuestro terruño

como un maravilloso país de esperanza.

 

Quiero reivindicarte frente al extraño

que te invoca risueño. Tu eres la raza

pletórica, instintiva – viril brochazo

que matizó la albura de nuestra Patria.

 

Versos de Manuel I. Segovia