Viejo yesquero de pedernal y huampa
con
que encendía el “en chala” mi abuelo el gaucho,
haciendo
saltar chispas, como estrellas,
cual
si encendiera con estrellas el cigarro.
Viejo yesquero de pedernal y huampa
que
requiere, para usarlo, ser baqueano,
para
que caiga la chispa sobre yesca
y
no resulte inútil el soplarlo.
Viejo yesquero de eslabón y yesca
que
hizo el ingenio de mi antepasado
con
el cuerno de algún toro bravío
que
despanzurro toros y corrió paisanos,
y
que a más de uno lo levanto en las aspas
como
‘pelele trágico’,
y
que una vez, en el rodeo,
sintiéndose
asegurado por un lazo,
clavó
los cuernos en el vientre de la tierra
para
quebrarse el cuello
y
no caer vencido por un gaucho,
al
igual que un dios salvaje de las serranías,
soberbio
y trágico.
Viejo
yesquero hecho con la huampa de algún toro
y
que, por eso mismo,
pareces
tener ardentías de macho.
Eres
bien nuestro,
tal
vez más nuestro que el mismo mate amargo.
Tras tu origen del pedernal indígena
que
encendía la hoguera de los tiempos bravos,
cuando
una flecha sabía de un vida
y
sustituía el alarido al llanto.
¿No habrás sido hecho con la piedra
de
alguna flecha de cacique bárbaro?
Viejo
yesquero de pedernal y huampa,
tenías
que ser así para ser gaucho,
pues
solo un eslabón que saca chispas
de
un pedernal, es nuestro antepasado.
¿No es cierto, numen de los lanceros
qu
apagaban cañones a ponchazos?
Tu sabes de memoria las vidalitas
y
los estilos cantados en los ranchos,
porque
las vidalitas, los estilos y los tristes
solo
fueron chispazos
del
yesquero del corazón ardiente
de
mi abuelo el gaucho,
de
donde el eslabón de acero de la vida
sacaba
chispas para encender los cantos,
en
la yesca de los amores y las luchas
cual
si fueran cigarros.
¿Cuántas
veces supiste de los potros
que
sintieron su salvajismo aprisionado
entre
las piernas musculosas y velludas
que
empiezan en bota terminando en garfios…?
¿No te pareció que te ibas hasta el
cielo
en
la carrera terminada en salto
como
si el potro quisiera, en su bravura,
estrellar
contra el cielo, al domador, el cráneo…?
¿Cuántos
cuentos de lobisón y aparecidos
oíste
en la rueda de mate amargo,
cuando
el gaucho jineteaba la leyenda
teniendo
por apadrinador a un astro?
¿Verdad
que supiste de los duelos
valientes,
a todo cielo y todo campo,
cuando
brillaba el sol de las bravuras
sobre
los facones desenvainados,
que
en los matorrales de la baquianía
espiaban
el momento de lanzar el tajo
que
saciara en la sangre alguna ofensa
hecha
en la china al corazón del gaucho,
como
un jaguar que alguna res atrapa
en
un salto, un bramido y un zarpazo…?
Viejo
yesquero de pedernal y huampa,
tiene
todo el pasado.
Viejo
yesquero de eslabón y yesca,
eres
gaucho, bien gaucho.
Versos
de Julio
Estabillo