viernes, 25 de abril de 2014

EL CHINGOLO

Sobre la cabeza oscura
el bien peinado el copete
pone un gracioso bonete
que realza su figura.
Blanca golilla asegura
rodeando el cuello robusto,
claro chaleco y muy justo,
un ponchito gris canela
-se le imagina la espuela-
y un tranquito que da gusto.

Sencillo y feliz habita
siempre en un cardo, su amigo,
en donde pone el abrigo
su bien mullida casita;
y sobre una flor marchita
vibra su acento dolido,
y así, del cardo elegido
pone arribas su canción,
y debajo, al corazón
lo deja, en forma de nido.

Suele a las casas llegar
-por amistad y provecho-
donde se lo ve en acecho
con su trote singular.
En el patio familiar
hurga las sobras de un plato,
pica un pollo, enfrenta un pato,
o esquiva con un revuelo
el cascote de un pilluelo
o la embestida de un gato.

Eres el alma del campo
-de nuestro campo querido-,
su corazón es tu nido
y su voz mas fiel, tu canto;
llora el rocío en tu llanto
cuando abre fría la aurora,
la tarde muriente llora
y solloza en tu garganta,
y hasta el plenilunio canta
en tu canción seductora.

Chingolo cómo expresar
toda la inmensa ternura
que me inspira tu figura
de pájaro popular…
Cómo podría olvidar
tus ingenuas melodías,
allá, en mis primeros días,
si a tu nombre se levanta
toda mi niñez… y canta
como tu mismo lo harías.

Tu nombre dice fragancia
de trébol, cardo y gramilla,
y aguarda tu voz sencilla
todo el sabor de la infancia;
por eso es que, a la distancia,
chingolo, alguna vez cuando
como un “adiós” dulce y blando
llega hasta mi tu canción,
la recoge el corazón…
y la guarda suspirando.


Versos de Juan Burghi

LA HUELLA

Sacando el poncho a la noche,
clarea la madrugada
y por dormir cara al cielo
no hay charco que ande sin plata.
Al borde de las lagunas
hay silbones en bandadas,
en cada pico hay clarines
y mensajes en las alas…
Un agitar de pañuelos
despedida imaginaria.

Para aprovechar la fresca
la carreta sigue en marcha
con bueyes que cabecean
como acunando distancias,
y junto al monte cercano
se oyen trinos de calandrias,
también se arrullan su amor
las monteras y torcazas…
Un agitar de pañuelos
despedida imaginaria.

Viejo cazador de antílopes
escruta con su mirada
del monte el lugar preciso
donde despluman las garzas…
A veces se ve un nutriero
que está preparando trampas,
cobrizo de sol el rostro,
cabello en fibras de plata…
Los alambrados son cuerdas
de una gigante guitarra.

 Cada vida es un destino,
tengo de estrellas las marchas,
yaguareteces en celo
son las penas que se callan.
No encontré la pulpería
que a mi sed pueda apagarla,
la yarará de un olvido
me picó hondo en el alma.
En el lomo’e los pichones
hay suavidades que amansan.

Hoy uso como pañuelo
las cuerdas de mi guitarra
que se nutren de alaridos
con malones de una indiada,
que en el infierno del llano,
entre fieras y alimañas,
aprendió a salvar abismos
igual que mula baquiana…
Toda huella es buena huella
si lleva pa’ Madariaga.

Versos de Arístides Danilo Isasa

jueves, 24 de abril de 2014

LA DILIGENCIA

Temprano, de madrugada,
antes de salir el sol,
con sus toques de corneta
ya se anuncia el postillón.

Va a salir la diligencia;
la diligencia se va.
Empuñó el mazo de riendas
la mano del mayoral.

Silbó el látigo en el aire
con viboreante zig-zag.
Ya arrancó la diligencia
por el camino real.

Hasta la primera posta
debe seis leguas hacer;
el camino está pesado
habrá que forzar el tren.

Veintidós yeguas atadas
tiran del coche a la vez.
Chúcaras y redomonas,
corren a todo correr.

Con sus enérgicos gritos
las azuza el postillón
que a la cabeza, jinete,
va haciendo de cuarteador.

Allá va la diligencia
por el camino real,
y nubes de polvo espeso
levanta por donde va.

Carga lleva el equipaje
y carga humana también;
almas y cosas van juntas
corriendo a todo correr.

Sentado sobre el pescante
pilotea el mayoral.
Como buen jefe de ruta,
el sabe el rumbo marcar.

Las almas y el equipaje
que conduce en la ocasión,
llegarán a su destino
bajo el amparo de Dios.

Esperanzas, intereses,
amores y odios tal vez,
de todo lleva en el viaje,
corriendo a todo correr.

Allá va la diligencia
por el camino real,
y nubes de polvo espeso
levanta por donde va.

Versos de Justo Olarans Chans

                         -uruguayo-

QUIRQUINCHERO

Lo topé en el monte
sobre un jaco negro,
las barbas de quiscos,
de jume el cabello,
la tez de quebracho,
los dientes muy recios,
los ojos sombríos,
los labios resecos
en los que imploraba
la sed del desierto.

Inmóvil estaba
bajo el sol de fuego
con la pobre caza
atada a los tientos:
dos o tres quirquinchos
y unos pichiciegos.

La sombra del jaco
buscaban sus perros,
galgos puntiagudos,
largos, esqueléticos,
de hundidos hijares
y patas de viento.

Entre las jarillas
me salió al encuentro;
la sed en su boca
se hizo mando y ruego.

Le di yo me chifle
con agua del cerro,
lo llevó a su boca
de labios resecos,
todo tembloroso
de gozo y de miedo.

Bebió ávidamente
de cara a los cielos,
hasta que en sus manos
quedó el chifle seco.

¡Nunca vi unos ojos
de mirar más bueno!
¡Nunca oí palabras
de más dulce acento!

Frescura de ríos,
de arroyos neveros,
de huaycos y lluvias
sentí yo en mi pecho.

La luz, las montañas,
las hierbas, el cielo,
mi chifle vacío
llenaron de nuevo.

En mi alma cantaba
las dicha del viento,
la sombra del árbol
y el agua del cerro.

Versos de Alfredo R. Bufano

ESTAMPA DE DON CARMEN CORONEL

Este es Carmen Coronel
señor de “Los Pejecitos”.

Color de quebracho luce
su firme rostro curtido.

Hombre de más largas mentas
no hay en el sur mendocino.

Tamañazos años tiene,
tantos que ya echó en olvido
que anda la muerte cuatrera
por este mundo en su pingo.

Como el peje de su rancho
así de enhiesto lo he visto,
así de duro y de fuerte,
así de blanco y sombrío.

Cuando me tendió su mano
con recio apretón de amigo,
sentí el calor de la tierra
y la frescura del río.

Entre estos algarrobales,
entre estos montes y quiscos,
ruedan sus años cerreros
como bagualas de olvido.

Detrás de Punta del Agua
tiene Don Carmen su nido,
que es para él y para todos
como su chifle de vino.

Servicial como yesquero
para amigos y enemigos.
El campo y la soledad
crían siempre buenos hijos!

Don Carmen; bajo su alero
hallé frescura y cobijo,
leche recién ordeñada
y buen asado de chivo.

Justo es que yo retribuya
su montañés señorío,
atando con dobles cuartas
su recuerdo al verso mío.

Versos de Alfredo R. Bufano

martes, 15 de abril de 2014

ANTES DE LA JINETEADA

Ya va a comenzar la fiesta
ante ojos de centenares
porque de muchos lugares
ha venido gente a ésta
jornada, que manifiesta
esto tan lindo y tan nuestro,
donde estará el hombre diestro
y la bestia enfurecida.
No estás tradición perdida
 y se demuestra con esto…

Y ahora, antes de empezar
damos gracias a la gente
por haberse hecho presente
en esto tan popular;
ya comienzan a llegar
los reservao’al corral
y muy pronto el animal
fuerte allí saldrá arrancando
y el paisano jineteando
se brindará por igual.

Y empezará a jinetear,
como les digo, enseguida,
y la gente conmovida
se entusiasma por mirar.
Es que quieren observar
del reservao, la fiereza,
del paisano, la destreza,
y en el campo a los dos juntos
mostrando, de contrapunto,
inigualable guapeza.

Adentro’el campo han entrao:
capataz, acarreadores,
jinete’, apadrinadores
palenqueros y jurao’;
todo el que esté autorizao
y no el que entra y no hace nada,
acá se pagó la entrada
así que seamos concientes…
sino… protesta la gente
y se afea la jornada.

Criterioso, de mi lao
a los jinetes invito
que aceten el veredito
de los señores jurao’.
Ellos son capacitao’,
les sobra conocimiento,
así que en este momento,
antes de la jineteada,
dejen las cosa’aclarada
y después, todos contentos!

Que no ocurran acidentes
ese es mi deseo mayor,
lo anhelo con gran fervor
pa’ estos grandes exponentes;
¡que tengan suerte!, valientes,
y de nuestro Dios, la ayuda.
Pero yo acá, por las dudas
voy a estar bien preparao
y con “el uno” anotao
por si queda… alguna viuda…

Versos de Carlos González

martes, 8 de abril de 2014

LA CARGA DE ARBOLITO

Toparon en Arbolito
los Muñiz con los Saravia:
de un lado divisas rojas,
del otro divisas blancas.

Ya las guerrillas pelean
hace media hora larga
y como ninguno afloja,
están dele bala y bala.

En eso, muy bien montado
sobre un moro de la marca,
con unos treinta lanceros
llegó “Chiquito” Saravia.
De camisa abierta, en pelo,
el pingo se le abalanza
mientras que el escapulario
late que es una campana
tocando misa de gloria
en las gestas de la raza.
“-Muchachos –dicen que dijo–,
esos tiros valen plata
y vamos a gastar carne
ya que no nos cuesta nada”.

No mira cuantos lo siguen,
ni cuenta cuantos le aguardan;
en un milagro de espuelas,
al moro le nacen alas
y allá va como un arcángel
rubio, “Chiquito” Saravia!

Dicen que solo hubo dos
tan golosos por las cargas:
Juan Lavalle en la Argentina
y Don Quijote en la Mancha.

Detrás van treinta lanceros
en un vuelo de rodajas
a ver quien prueba primero
la muerte con gusto a lanza.

Se rompe enfrente un relámpago:
todo el “quinto” desenvaina
y se viene en pelotones
contra el puñado de lanzas.

Y los treinta de “Chiquito”,
como la carne es barata,
la van hundiendo y hundiendo
en cuatrocientas espadas…

Así mueren dando chuza
junto al Coronel Saravia
casi todos los que fueron
a nacer en esa carga…

Donde “Chiquito” cayó
brota siempre un hilo de agua,
a donde van los troveros
a bautizar sus guitarras…
Y es, desde el “noventa y siete”
un manantial de tacuaras;
porque cuando un niño pide
la bendición de sus tatas,
la madre siempre le dice,
esta bienaventuranza:
“Hijo, que Dios te haga guapo
como ‘Chiquito’ Saravia”.

Versos de Yamandú Rodríguez
                       (uruguayo)