viernes, 25 de abril de 2014

LA HUELLA

Sacando el poncho a la noche,
clarea la madrugada
y por dormir cara al cielo
no hay charco que ande sin plata.
Al borde de las lagunas
hay silbones en bandadas,
en cada pico hay clarines
y mensajes en las alas…
Un agitar de pañuelos
despedida imaginaria.

Para aprovechar la fresca
la carreta sigue en marcha
con bueyes que cabecean
como acunando distancias,
y junto al monte cercano
se oyen trinos de calandrias,
también se arrullan su amor
las monteras y torcazas…
Un agitar de pañuelos
despedida imaginaria.

Viejo cazador de antílopes
escruta con su mirada
del monte el lugar preciso
donde despluman las garzas…
A veces se ve un nutriero
que está preparando trampas,
cobrizo de sol el rostro,
cabello en fibras de plata…
Los alambrados son cuerdas
de una gigante guitarra.

 Cada vida es un destino,
tengo de estrellas las marchas,
yaguareteces en celo
son las penas que se callan.
No encontré la pulpería
que a mi sed pueda apagarla,
la yarará de un olvido
me picó hondo en el alma.
En el lomo’e los pichones
hay suavidades que amansan.

Hoy uso como pañuelo
las cuerdas de mi guitarra
que se nutren de alaridos
con malones de una indiada,
que en el infierno del llano,
entre fieras y alimañas,
aprendió a salvar abismos
igual que mula baquiana…
Toda huella es buena huella
si lleva pa’ Madariaga.

Versos de Arístides Danilo Isasa

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