Escriba, m’hijo, usté que sabe de eso,
lo que viá decir –Hágalo grande,
bien clarito… perdone que lo mande,
pero antes moje el lápiz con un beso.
¿Sabe lo que es un beso? Marca’e fuego
propiedad del querer de cada cual,
juramento de amor, firma legal
que al pie de la verdá se pone luego.
¿Se cré que por ser sencilla
la forma como se da,
se pone en cualquier mejilla,
si con él no desensilla
tuita la sinceridá?
Si usté no lo siente ansina,
tire el lápiz al fogón
pa’ no dejarme la espina
que la escretura fue indina
del hijo de este varón.
¡Aura si lo creo de mi raza,
aura si puedo hablar pa’ que lo escriba!:
ya tengo dos testigos: Dios arriba
y un güen cristiano aquí, que honra mi casa.
“Ese ritrato es mama; allí va estar
como una virgen pa’ tuita mi vida.
Esta vivienda nunca ha ‘e ser vendida
Mientras mi mama esté”. ¡Puede firmar!
¡Viá llevarle, a la muerta, este consuelo!
Déme la mano, m’hijo, y hasta el cielo.
Versos de Atilio Supparo