jueves, 30 de enero de 2020

LLUVIA

LLUVIA

Llueve… la tormenta anuncia
la intensa humedad del suelo
y en el contrato del cielo
el sol, firma su renuncia.
Una centella pronuncia
sonoridad luminosa…
Cierra sus alas, se posa
un ave detrás de un nido.
Y en el jardín florecido
llora un pétalo de rosa.

Quedaron las nubes rotas
de tanto rayo que pasa
y en el patio de la casa
andan saltando las gotas.
Los pinos como patriotas
en posición vertical,
afrontan un temporal
“armado” con chaparrones,
mientras quedan los huellones
tatuados en el barrial.

La tarde de la llanura
empieza a ponerse triste…
cambia el vestido y se viste
de pronto con ropa oscura.
Se cae la fruta madura
de un gajo semiquebrado
y en el suelo mutilado
su néctar frutal se pierde.
A veces mejor ser verde
que, por de más, madurado.

En el fondo hay un concierto
de ranas desafinadas,
postales resucitadas
dentro de un paisaje muerto.
El clima intenso e incierto
camina, para, trompieza…
Desdibuja su belleza
el planeta que habitamos.
¿Será porque descuidamos
la Madre Naturaleza?

Versos de Emanuel Gabotto

miércoles, 29 de enero de 2020

SONETO A LA GALERA DE DAVILA


De Lavalle a Dolores la galera
guapeando surcaba los senderos,
ida y vuelta sus fletes cadeneros
apuraban la marcha tesonera.

De fieras travesías fue pionera
transportando encomiendas; pasajeros,      
que muchas veces eran prisioneros
llevados a cumplir pena severa.

El asfalto cubrió la trayectoria
de las huellas marcadas con coraje
y el progreso borró la bella historia

grabada en lo profundo del paisaje.
Con el último viaje se fue un día
quedando en la memoria su osadía.

PD

Refiere la leyenda que trotando
Ánima Negra atrás de la galera,
solía andar, tal vez como esperando
que la posta final lo detuviera.

Norma Ester Montenegro  -  Ciudad Evita. Bs. As.

lunes, 13 de enero de 2020

JINETE


A Jorge Molina Salas
Parte, jinete.
El alba desenfunda
su cuchillo de rumbos por el Este
tajeando el día que echará en tu sombra
su poncho calamaco azul celeste.

Parte, jinete;
es hora. La mañana
tasca el freno de luz que arrolla el viento,
cuando tu mano firme empuña el tiento
montado al lomo azul de la distancia.
Jinete, domador de tu destino
sin bocado, fiador ni pontezuelas,
con el talón desnudo y sin espuela
clavado en los ijares del camino.

Mira, jinete:
América es un río
con un vado inmortal y una montaña
y una pampa desértica y salvaje
y una selva que el trópico enmaraña.

Mira, jinete, tu cabalgadura:
has herrado sus cascos con estrellas.
Tú cruzarás la histórica espesura,
tú vadearás el río de tu epopeya.
Has tocado en su cruz,
sobre el latido
de su sangre animal tu propio paso,
pulso con pulso, corazón y vasos,
centauro por las sangres compartido.
Has puesto en tu pretal de cuero crudo
viril escapulario, tu mensaje:
tu propio pecho místico y desnudo
oreado a la intemperie y al coraje.

Tal vez el alba anide para siempre
en la luz cardinal donde te espera;
si te vas en creciente de la luna
regresarás de nuevo en primavera.

Porque eres libre, sí. tu altiva estampa
talla en la patria ecuestre su fiereza
monta tu adiós a lomo de la pampa
y acuéstate a rezar;
pero regresa.

Versos de Suma Paz

ADIÓS A DORREGO


Adiós, mi coronel;
desde aquí te despido.
La luz de los fusiles en tu camisa blanca
no alumbran el olvido.

Del arroyito rojo de tu pecho
iba manando un triunfo malherido:
“Yo soy de estos pagos
soy de Navarro,
qué digo soy de Navarro;
donde cayó Dorrego
nacieron cardos
qué digo nacieron cardos…”.

Adiós, mi coronel;
chaquetilla de fuego
bajo el fuego.
Tus galones viriles de soldado
condecorando el pecho de la muerte,
arrancados de cuajo.

Quién ordena la vida,
quién decreta el silencio,
quién tiene la palabra
que suscribe de un trazo la memoria
y se detiene ante la cruz del orden
para cruzar tu pecho
con la banda del crimen y la gloria?
Y se hace dueño de los testamentos
que mandarán borrar culpas y escoria
y ordena el fuego del remordimiento
que mandará llorar sobre la historia?

Ay, de tu general;
ay, de los cabalgan a su lado;
galopando estarán sobre tu nombre
con la flor de tu sangre en el costado.

Adiós, mi coronel;
desde aquí te despido.
En tu camisa blanca
prendí la flor del triunfo
que tus paisanos cantarán conmigo:
“Yo no soy de estos pagos
soy de Navarro,
que digo soy de Navarro.
Donde a Manuel Dorrego
lo fusilaron,
que digo crecen los cardos…”.

Versos de Suma Paz