lunes, 12 de septiembre de 2016

A DON JUSTINIANO DE LA FUENTE

Inmensa pampa bravía
libre de mezclas extrañas
donde viven las hazañas
de tu raza y de la mía,
donde en tremenda porfía
vibra tu brazo valiente
y atajando la corriente
que se viene zolapada
tu nombre es una avanzada:
<Justiniano de la Fuente>.

Gaucho de ley, tu entereza
como tronco de quebracho
templa un corazón de macho
desbordante de nobleza;
alma de una sola pieza
transparente y cristalina
aferrado a tu Argentina
patria con garras de puma
y blando como la espuma
para querer a la china.

Cuando en hora bienvenida
pusiste pie en este suelo
trayendo un trozo de cielo
sobre una enseña querida,
una racha incontenida
se elevó desde la playa
y sin hallar una valla
corrió su dulce rumor
como una ofrenda de amor
sobre la tierra uruguaya.

Y en los montes y en los llanos,
en las lomas y cuchillas
fue cayendo la semilla
de los afectos hermanos,
los sentimientos paisanos
vibraron a un mismo son
y fundidos en la unión
de sus comunes destinos,
uruguayos y argentinos
son un mismo corazón.

Que vengan con sus tenaces
ímpetus lejanos vientos
queriendo romper los tientos
con que se ata nuestro enlace,
ahí está “Agrupación Bases”
guardián de la tradición
con ese gaucho tesón
que en horas de honda ansiedad
nos trajo la libertad
en la punta de un facón.

Y llevando la bandera
que luce gallarda al frente,
Justiniano de la Fuente
muestra su figura austera.
Poco importa que severa
lo juzgue cierta opinión,
él tiene su convicción
enraizada en lo profundo
y si es chica para el mundo
es grande en su corazón.
                                 Montevideo, 4/1942
Versos de Tabaré Regules

domingo, 11 de septiembre de 2016

PAISAJE

Igual que un brazo gigante
el monte tiende su sombra
y sobre la verde alfombra
un milagro palpitante,
el cielo muestra radiante
su hermoso collar de estrella,
la noche apasible y bella
como una novia coqueta,
tienta escuchar su poeta
que ha hecho un alto en la huella.

Y desde el espacio altivo
sobre el bordado del cielo,
parece un blanco pañuelo
el lucero, en tintes vivos.
Más allá, como cautivo
secreto, escapa ante mí
desde el punto de una i
donde la noche me agarra
con un cielo por guitarra
de un cordaje carmesí.

Como una blanca paloma
que ha desplegado sus alas
con exuberantes galas
la luna, su cara asoma.
En su recorrida toma
cierta altura y cruza airada,
y en su despecho, enojada,
cubre su rostro una nube
que enérgicamente sube
por la brisa despeinada.

En su dimensión facial
se hace dibujo la noche
como el lírico derroche
de un paisaje celestial.
Tres Marías en su sitial
descubren, formando coro
como un inmenso tesoro
que adornan el firmamento
un sueño azul de argumento
con marco de perlas de oro.


Versos de Waldemar Lagos

lunes, 5 de septiembre de 2016

CANTO A LA ESPUELA

¡Espuela!
Por un raro capricho del destino
tiene forma de estrella
y bullicioso corazón de grillo;
humildad que se arrastra a flor de pasto
y soberbia brutal cuando el pie gaucho
la coloca a la altura del estribo.
El grillito cantor que lleva adentro
salta a tierra al sentirse suspendido
y la estrella de acero se parece
a un ojo criminal de duro brillo
estudiando el matambre cosquilloso
que el potro le mezquina por instinto.
¡Espuela!
Que de pronto se vuelve puro oído
para escuchar el ¡larguen! de su dueño
y prenderse al bagual como un vampiro.
Estrella centenaria
que mantiene a su dueño en equilibrio
sobre el oleaje desparejo y bravo
del potro enardecido.
Diente de perro cimarrón y hambriento
que no da suelta hasta ver que su vencido
regresa hacia el palenque, tembloroso
y un poco avergonzado de sí mismo.
¡Espuela!
No de gusto la extraña nuestro gaucho
cuando lo privan de ella;
si es la púa que nace en sus talones
en los albores de la adolescencia,
sostén en la domada,
voz que anima el coraje que flaquea
y atrevido requiebro que en la danza
amenaza enredarse en las polleras
cuchicheando palabras misteriosas
al compás de la zamba y de la cueca.
¡Espuela!
Aletazo que apura la carrera,
distancia entre partida y perseguido;
minuto que se roba a la impaciencia
y poderoso impulso de la lanza
gestadora de nuestra independencia.
¡Espuela!
Si el olvido cayera sobre el gaucho
y su nombre pasara a ser leyenda,
no permitas que su alma pierda el rumbo
entre las sombras de la indiferencia
y remóntate en vuelo hacia la noche
para alumbrar de allá, ¡como una estrella!


Versos de Boris Elkin