viernes, 16 de agosto de 2013

DÉCIMAS AL CABALLO CRIOLLO

Caballo criollo que fuiste
aliado del montonero
en el bélico entrevero
donde con él anduviste;
caballo que al gaucho diste
en las patriadas aliento,
cuando en el combate cruento
y en la lucha encarnizada,
corrió como clarinada
tu relincho con el viento.

En larga marcha precisa,
transportaste hasta Caseros
los arrogantes lanceros
de las columnas de Urquiza.
Otra hazaña sintetiza
tu innata temeridad:
¡hollando su majestad
venciste la andina cumbre
llevando como una lumbre
a otros pueblos libertad!

¡Pingo criollo, compañero
del hombre en las lides fuiste
y antaño con el él hiciste
más de un arduo derrotero…!
Sobre tu lomo el tropero
arreó el arisco ganado;
abrió surcos el arado
que arrastraste con la aurora,
y eres tan útil ahora
cual lo fuiste en el pasado.

Unas veces galopando,
otras al trote o al tranco,
oscuro, alazán o blanco,
vas por la historia cruzando…
con Alico vas rumbeando,
con Calibar rastreador
tras las huellas de un traidor…
y con el chasque altanero
con la nueva del guerrero
en la liza vencedor!

Amaste la libertad
como el hijo de mi gleba
que en sí encarnada la lleva
como santa idealidad.
Como la ama en  mi heredad
el colibrí tornasol
zumbando entre el arrebol
de la mañana encendida…
¡Así tu amaste la vida
siempre al pampero y al sol!

Compartiste honra y laurel
del antiguo payador;
soledad y sinsabor
del matrero de Montiel.
Porque al hombre fuiste fiel
en su ventura o quebranto,
disfruta de paz… en tanto
te acoja la patria historia,
junto al héroe y a su gloria,
como te acoge mi canto!
                               Villaguay, E. R., 31/12/1973
Versos de Pedro Enrique Alzogaray

viernes, 9 de agosto de 2013

EL CABALLO SALVADOR DEL TENIENTE MONTES

Heredia pasa la línea
del Fuerte General Paz;
-siempre los hombres de Freire
cumplen sin mirar atrás.

Es Teniente Coronel
Heredia, y sus veteranos
llevan al Teniente Montes
al frente, en brioso caballo.

El trompa, Pérez, lo sigue
al Teniente Coronel:
cuando sujeta, se para,
cuando galopa, lo hace él.

Silencioso está el desierto
apareciendo dormido;
ausente el eco guerrero
de los pampas alaridos.

Van cumpliendo la misión
de bombear esas regiones,
porque, según las noticias,
se han preparado malones.

Saben que a Pincén “el bravo”
lo acompañan lanzas buenas,
por eso marchan despacio
avanzando con cautela…

El cacique sanguinario
conoce bien el paraje
y en medanoso terreno
les anda espiando su avance.

Como ve que son muy pocos
los deja internar adrede
para cortarles la ayuda
que pueda mandarle Freire…

Llevan leguas caminadas,
el Fuerte no se divisa,
ya los envuelve un brumoso
polvillo que martiriza.

Van resoplando los patrios
la arena de sus ollares
mientras corriendo el sudor
forma espuma en sus ijares…

Y así coronando un médano
se toparon con Pincén
en momentos que se hallaban,
dando resuello, de a pie.

El abanico guerrero
de doscientos indios pampas,
impetuoso, los sorprende
a pecho, bolas y lanza.

Heredia alcanza a montar
y el trompa repite el toque
de “formar grupo cerrado”
quedando rodeado Montes.

Entreverados pelean
treinta bravos cuerpo a cuerpo
y al poco rato yacían
más de cuarenta indios muertos.

Como a Pincén no lo arredran
encarnizadas peleas
trata de ganar el lado
aislando al trompa y Heredia.

Ya no quedan veteranos
sino en sangrienta postura
abrazados a los pampas
cara al sol, sin sepultura.

Montes zafa y ya lo siguen
sesenta lanzas filosas
pero en su ágil montado
cobra ventaja preciosa.

Mientras tanto en fugitiva
odisea, Heredia y el trompa
ganan distancia afanosos,
pero la distancia es corta.

Caen las bolas al caballo
de Heredia como desgracia,
y el trompa, cuchillo en mano
para cortarlas se baja.

Heredia le ordena que huya;
él dice “No”, y se le cuadra.
-a pie despuntan la vida
y los matan por la espalda-.

Así murieron cercados
el Comandante y el Trompa;
al Teniente lo persiguen,
él va cuidando su monta.

Para, baja, quita el freno,
a su pingo da resuello,
y cuando vienen llegando
deja el recao, salta en pelo.

Al fiel corcel no lo espantan
los alaridos cercanos
cuando creyendo atraparlo
gritan ya: “matau cristiano!!”

Montes cumple las tres leguas
que a Fortín Rifles  midiera,
apeándose cuatro veces
y enfrenando a la carrera…

Así  llegó hasta el bastión
salvado del entrevero
para llorar en silencio
a sus caídos compañeros.

(Estancia “La Blanqueada”, 01/1943)


Versos de Pedro A. Sarciat