martes, 25 de diciembre de 2018

EL CHISME EN OTROS TIEMPOS


El ‘chisme’ era asunto serio
en esos tiempos de antaño,
donde con lujo tamaño
develaban los misterios,
no se gastaba improperio
los chismes eran discretos,
y entre tanto vericueto
donde tallaban las viejas
todos paraban la oreja
ante el informe concreto.

-¿Vio doña Veneración…?,
la Lumila se haya encinta!
está perdiendo la pinta
ya se le nota un montón…
¿El papá será Ramón…?
o será el “Negro” Gomila
que si nadie lo vigila
se mueve con gran destreza
para meterse en la pieza
donde descansa Lumila.
                                               
-“La Urpillita, vio… Gregorio?,
si el marido toma el tren
se cambia en un santiamén
para salir de jolgorio;
es un caso muy notorio
y el marido no hace caso,
él no le teme al fracaso
y la mira con ternura,
pero es triste su postura…
tiene unos cuernos machazos!!!

Así era la gran rutina
en el parloteo diario,
no había ‘tele’ ni ‘radio’
por eso el chisme camina;
se comía en la cocina…
sin personal que te asista,
solo no perder de vista
el notición que taladre,
que ventilan ‘las comadres’
verdaderas ‘periodistas’.

“Pueblo chico, infierno grande”
era el refrán conocido,
se daba por entendido
por eso el chisme se expande,
con la rutina de Sandez
han llevado… quién diría?,
pero quedan todavía
chusmeríos, un montón,
que ‘la gran televisión’
te encaja todos los días.
                           (11/08/2018)

Versos de Rubén J. Garaventta

lunes, 24 de diciembre de 2018

Saludo Fin de Año 2018


El 18 es puro achaque
y el 19 se alista
que ya está pidiendo pista
sacudiendo el almanaque;
¡dejen nomás que se atraque
que lo habremos de domar!,
pero aura quiero brindar
(aunque’n verdá, poco bebo),
por Navidá y Año Nuevo
¡y que Dios venga’lumbrar!
                                 (22/12/2018)
Afectuosamente,
                              Carlos

domingo, 16 de diciembre de 2018

LA MOZA DE LOS CUARTELES


Cual será el rostro de aquella
la moza de los cuarteles.
La que a enfrentar los infieles
llevó su trágica estrella.
Quizás su imagen fue bella,
hermosa, de fina estampa.
Y al recalar en la pampa
por políticos mandados,
fue una más entre soldados
fusiles, lanzas y guampas.

A lo mejor fue pueblera
y de humilde caserón
fue robada en un malón
y ansí llegó a la frontera.
En la línea fortinera
obre la ‘zanja de Alsina’;
con pajonales y espinas
sin un Dios que se lo explique
fue hembra de algún cacique
sobre esa pampa argentina.

Un desertor que pasó,
quizás un gaucho matrero,
después de un duro entrevero
de los toldos la sacó.
Y ansina fue que llegó
hasta un cuartel fronterizo
donde elevó el compromiso
de ser madre y lavandera,
milico, novia, enfermera
y alzó ranchos de chorizo.

Un capítulo la historia
a ‘la moza’e los cuarteles’,
se le debe y con laureles
tendrán que adornar su gloria.
No alcanza con la memoria
para realzar a ese ser
que cumplió con un deber
dejando su cuerpo yerto,
bajo el polvo del desierto
su coraje de mujer.
                         (14/03/2013)
Versos de Juan Ángel Lupac

viernes, 14 de diciembre de 2018

ARRIEROS


Por la senda angosta vienen los arrieros:
vienen de los cerros,
bajan lentamente, llenos de tristeza,
como si en el lomo de esas flacas bestias
trajeran un poco de sus muchas penas.
Entre quebrachales
se sienten los golpes de los guardamontes
y el eco, a lo lejos, repite cansado:
Picaza, Barcina, ¡huellaaa, huellaaa, huellaaa!...
La tarde ya tiende su poncho de sombra
sobre las quebradas,
y la brisa fresca golpea la frente,
tostada en mil soles de largas jornadas
por aquellas sendas.
La tropilla sigue su marcha en silencio
y de rato en rato se siente ese grito de:
Oscura, Bragada, ¡huellaaa, huellaaa, huellaaa!...
Una vidalita cantan los arrieros
y en su triste acento
también una oscura tropilla de versos
golpea sus cascos
contra aquel angosto camino de piedra.
Nacen con la noche
y tienen murmullos del arroyo claro,
sollozos de estrellas, perfumes del cerro.
Cantan los arrieros
y al duro chasquido de los latigazos
sigue un destemplado
Picaza, Barcina, ¡huellaaa, huellaaa, huellaaa!...
Con la vidalita, muere a la distancia
el anochecido tropel de la recua.
Los arrieros siguen su marcha en silencio.
Van a Santa Bárbara,
guiando en la noche más fría de invierno
aquella tropilla de mulas ajenas.
Y mientras la noche siente que se alejan
los cerros repiten,
como una esperanza que se va muriendo,
el grito nocturno:
Picaza, Barcina, ¡huellaaa, huellaaa, huellaaa!...

Jesús Liberato Tobares - Ciudad de San Luis

martes, 11 de diciembre de 2018

A PRIMERA SANGRE

Decía en las jineteadas:
"Voy al hombre!!, voy al hombre!!”,
y adquirió justo renombre
en rueda de paisanadas.
Quedan las frases grabadas
de aquel paisano genuino
ya que fue Don Secundino 
Cabezas, la criolla ciencia,
diplomada de experiencia 
en la escuela del camino.

De un modo sencillo y sano
si me ayuda la memoria
quisiera narrar la historia
que él me contó mano a mano:
"Fue en Mataderos, hermano
- me decía con fervor-
ahí probamos el valor
y trenzamos sin recelo
a primera sangre, un duelo
con Dalmiro, el escritor.

El hombre quería probar
sus corajes, sus temores
entre trágicos fulgores
de los filos al chocar.
Quería una historia narrar
después de vivirla él mismo
encarando el periodismo
de una manera distinta,
mezclando sangre con tinta
para darle más realismo.

Y aunque el duelo es la fiereza
que tantas tragedias labra
entre el filo y la palabra
puede tallar la nobleza.
Cuando por suerte o destreza
-decía el criollo-, lo corté
y en la frente lo marqué
hice pie, dí un paso atrás
y por las dudas, nomás
en guardia firme quedé.

Decía el criollo: "esa ocasión
quedé un instante parado
ya que de un hombre cortado
nadie sabe la reacción.
Le dije ¡párese Don!
Don Dalmiro, párese!
Con respeto lo traté
ya que un paisano sencillo
ni peleándose a cuchillo
trata al contrario de ché.

Dalmiro Sáenz ese día
se ganó todo mi afecto,
guardó el facón con respeto
y estrechó la mano mía."
De tal forma repetía
Secundino. Y al final
rescato el proceder leal
de dos hombres que pelearon
y a cuchillo cimentaron
una amistad fraternal.

Versos de José Silvio Curbelo

EL FORASTERO


Abichocao por los años
cuero curtido a mil viajes
atordillao el clinaje
y el dolor de desengaños;
he llegao de pago extraño
con intención de afincarme
poco queda en importarme
de mis tiempos de esplendor
solo pretende mi honor
que entiendan en rispetarme.

Sé que mi cuerpo gastao
no da crédito a mi voz
pero han de saber… ¡por dios!
¡quién soy!... si ando retobao!
mas sepan que aun no se ha criao!!
quien le haga sombra a mi hombría
soy el que a primer sangría
se agranda en el pior combate
y aun sabiendo que me maten
alzo mi brazo en porfía.

Esto va pa’ los que creen
que me arriaron por delante
y también pa’ los restantes
que a las burlas… le hacen tren
prosiguió… El Viejo… y si ven
que mi habla es de fantasía
sabrán que la cobardía
no anida en el pecho mío
pues me ha moldeao… el bravío
temporal de aciagos días.

Silenciaron opiniones
aquietó el naipe… el barullo
reinó tan solo el murmullo
de esos burlos mocetones;
El Viejo en sus expresiones
fue la atención del lugar
luego prefirió esperar
el paso de unos instantes
cauto, valiente, arrogante
dando tiempo al meditar.

¡¡Cómo bandada ‘e caranchos!!
los mozos se le acercaron
poco a poco lo rodearon
cercándolo en largo y ancho;
un mestizo hocico en gancho
mano al cinto se arrimó
otro más… se adelantó
buscó en la vista al anciano
y su hábil y joven mano
al verijero tanteó.

¡¡El cerco más se ceñía!!
tres… seis… siete mocetones
con gestos cual pretensiones
de supuesta cobardía;
El Viejo criollo ¡medía!
cada avanzar del mozaje!!
¡¡de pronto!!... uno armó coraje
se plantó al frente… prolijo!
y… un ¡¡Perdone… agüelo -dijo-
y olvide, burlas y ultrajes!!

Versos de Rodolfo Vera