domingo, 26 de agosto de 2018

EL MEJOR PINGO DEL PAGO


Soy pobre y no tengo nada
y puesto que nada tengo
a contar la historia vengo
de mi mocedad pasada,
porque al pulsar la encordada
cada vez que tomo un trago
sin mentir y sin halago
suelo darme a conocer.
Porque yo supe tener
el mejor pingo del pago.

Yo fui el gaucho de melena,
vincha, chambergo y barbijo
que supo lucir prolijo
pañuelo y chaqueta buena;
una rastra con cadena
adorno del tirador,
un puñal de lo mejor,
chiripá, bota y espuela,
un poncho y una vihuela
y en el alma un payador.

La preciosa compañía
de mi rancho y de mi china
en mi gran pampa argentina
fue el orgullo de mi hombría,
y cuando una fiesta había
en cualquier parte que fuera,
mi gaucha a lo pueblera
se arreglaba el empilchao,
y yo con ella enancao
cáia a la fiesta campera.

Me bailaba un pericón,
zamba, cielo, cueca o gato,
luego les cantaba un rato
y me acercaba al fogón
donde el verde cimarrón
con tortitas no faltaba,
luego a apostar empezaba
a las carreras cuadreras,
y hasta las chinas puebleras
clavaban suerte en la taba.

Y cuando apuntaba el día
el gauchaje entusiasmao
se le prendía al asao
con la mayor alegría,
el que prenda no tenía
se ofrecía de compañero,
y si el tiro era certero
a la que se le apuntaba,
tanto y tanto la ronciaba
hasta prenderle el yesquero.

Por eso que al lamentarme
cuando el pasado recuerdo,
de rabia chupo y me muerdo
porque no puedo olvidarme,
y al no poder habituarme,
a soportar el amago,
con el recuerdo me embriago
porque esa es la pena mía,
recordarme que tenía
el mejor pingo del pago.

Moreira murió, y su muerte,
fue la muerte del gauchaje
que con altivo coraje
jamás le temió al más fuerte,
yo por desgracia o por suerte
como reliquia he quedao,
y tan pobre me han dejao
los que hoy tienen el oviyo,
que por no pedir cuchiyo
hay veces ni como asao.

Versos de Juan A. Martínez