domingo, 14 de febrero de 2016

COPLAS PARA LOS HIJOS DE FIERRO

            (fragmento)

Hay yuyos que hacen al cuerpo
si son bien administrados,
mejor que las porquerías
que prepara el boticario.

“Yerba buena” es superior
para sacar cualquier pasmo
y es para la indigestión
de confianza el “quiebraarado”.

Si el riñón no cabrestea
dele “cola de caballo”
y a la lombriz dele fin
con “semilla de zapallo”.

El “pisingallo” es mentado
para curar sarpullidos;
“mastuerzo” para los golpes
y “carqueja” para el hígado.

Para intestino y garganta
“llantén” y “malva” y “malvisco”;
para los granos, “mercurio”
y para el asma “chamico”.

Cuando uno llega a sentir
desarreglos del estómago,
tómese un té de “arazá”
o de la “yerba del toro”.

“Chañar”, “cambará”, “uruzú”,
sanan la tos más porfiada;
de golpes internos busque
sus alivio en la “calaguala”.

Para combatir la fiebre
no hay como la “vira-vira”,
ni que la “menta del campo”
para curar las heridas.

“Yerba mota” para darle
un alivio al corazón;
también resultan buenazos
el “toronjil” y el “cedrón”.

Dicen que un baño con “salvia”
da suerte para el amor;
“ruda” y “yerba de la iguana”
para engualichar mejor.

“Yerba de la golondrina”
y “yerba de la perdiz”
suelen usar las mujeres
y también el “perejil”.

Una mujer en apuros
de salir halla manera,
“santa lucía” y “culantrillo”,
“guaycurú” y “escorcionera”.

“Menta” y “poleo” tienen fama
para el dolor de barriga;
para males de mujeres
lo mejor es “doradilla”.

“Abrojo chico”, “verbena”,
“taz  liso”, “mburucuyá”,
“gramilla” y “lengua de vaca”
para mala enfermedad.

“Yerba del ciervo” le da
a la sangre una mejora,
igual la “zarzaparrilla”,
la “quina” y la “zarza mora”.

Para atacar los empachos
y ayudar bien a la cura,
la “yerba del pollo” es buena,
y el “paico” y la “escobadura”.

Agua de “pelo de choclo”
es cosa fresca y purgante.
Tiene el dolor de cabeza
en el “palán” su calmante.

Hay un dolor entre todos
que es más fiero que su abuela:
con “yerba del sapo”, amigo,
se cura el dolor de muelas.

También se puede curar
de palabra el abichado;
un linar con la lagarta
de igual modo se ha curado.

Hay dolencias que no sanan
ni con el “sánalotodo”:
ésas también tienen cura
pero hay que buscar el modo.

No van a curar los daños
que están en el caracú,
paños tibios, cataplasmas,
ni rezos ni “hojas de ombú”.

Los dolores que sufrimos
no se curan de palabra
ni los doctores los curan
con sus medicinas caras.

Al pobre pueblo lo explotan;
no hay quien sus males remedie…
Lo tratan y lo destratan
y se equivocan adrede…


Versos de Marcelino Román

LA CURANDERA

Vive sola en un rancho que es casi una tapera,
la circunda el renombre. Vio tres revoluciones.
sus hijos, que son muchos, “andan por ái, de piones”.
La gente la saluda, lo mismo que a la aruera

con temor y respeto. Entiende de oraciones.
Ya no cabe en el pago su fama de yuyera,
cura del grano malo, del aire y la bichera.
Sabe contra gualichos y contra maldiciones.

Llegan hasta su rancho chinitas con ojeras
y gauchos cavilosos “con una cosa rara”,
y a todos los atiende, discreta y servicial.

¡Si sabrá historias ella de las mozas puebleras!
sin ir más lejos una, con paños en la cara,
“vino anoche a pedirle un favor especial…”


Versos de Eliseo Porta

lunes, 8 de febrero de 2016

EL LECHERO

I
Por capricho
soy soltero,
que el lechero
gozar debe libertad;
y no tengo
más vestido
que un bonete
carcomido
y un ya raído chiripá.
Pero el mundo
todo es mío:
yo en un río
sé nadar,
yo en el campo soy un viento
y en el pueblo me presento
sin deseos
más constantes
que tener buenos marchantes
que me vengan a comprar.

II
Cuando apenas
canta el gallo,
m caballo
me levanto yo a ensillar;
ningún otro
va conmigo
ni conozco más amigo
que me sepa acompañar.
Y al oírme
de mañana,
la ventana
va a entornar
la que se había dormido
sobre su lecho mullido,
y con hambre
se despierta
y me busca,
mal cubierta,
para tener que almorzar.

III
Si una bella,
por ventura,
con dulzura
en la calle me miró,
de la leche
ya me olvido
y enamorado perdido
de amor solo entiendo yo.
Mas si alguna
desdeñosa
mostrarme osa
desamor,
le digo claro que es fea,
y me c rea o no me crea,
ya me marcho
dando gritos:
Buena leche,
marchantitos,
buena leche vendo yo.

IV
En invierno
y en verano
siempre gano
para jugar y comer,
y si acaso
pierdo un día,
espero en Dios y en María
que otro día me irá bien;
pues no todo
sale bueno:
se oye el trueno
alguna vez,
y si hoy mi caballo rueda,
llegará día en que pueda
del alcalde
y el teniente
hacer burla
frente a frente,
cuando esté firme de pies.

V
Así paso
la semana,
y en mañana
no se me ocurre pensar.
Si es domingo
voy a misa,
y no me mudo camisa
si no la puedo encontrar.
Soy en guerra
montonero,
soy lechero
cuando hay paz.
Solo necesito y quiero
tener pronto un parejero
en que pueda,
bien seguro,
si se ofrece
algún apuro,
no correr, sino volar.

Versos de Florencio Balcarce

                    (1818 / 1839)

domingo, 7 de febrero de 2016

MBURUCUYÁ

Me gustás porque sos pura
        -Mburucuyá-
como la selva y el mar.
No pura de agua en vasija,
pura, sí, de manantial;
no de planta jardinera,
sí, de bosque tropical.
Me gustás porque sos pura
        -Mburucuyá-.

Ñangapiré, te pondría,
o yerba mate: caá;
que tus labios son pitangas
y tus ojos un yerbal.
Ñangapiré, te pondría
o yerba mate: caá.

Me gustás por la frescura
        -Mburucuyá-
que hay en tu virginidad;
y sos, según se te mire
o se te encuentre -velay-,
tierna, como caicobé,
dura, como ñandubay.
Me gustás porque sos pura
        -Mburucuyá-.

Ñangapiré, te pondría,
o yerba mate: caá;
que tus labios son pitangas
y tus ojos un yerbal.
Ñangapiré, te pondría
o yerba mate: caá.


Versos de Fernán Silva Valdés