miércoles, 17 de abril de 2019

ROMANCE PARA LA MUERTE DEL CHASQUI VENANCIO CARO


Los grillos de la alborada
rompen los vidrios del llanto,
se está muriendo de viejo
el chasqui Venancio Caro.
Ciento trece años cabales
galopan caminos largos,
y en el final, a esta posta,
sin caballo va llegando.
Allá por el año doce
llevó el correo de Santiago,
dicen trompetas de fama
con oficios de Belgrano.
La medallita que guarda
la vela y el relicario,
las monjitas de Belén
le dieron para resguardo.
Con nubes anaranjadas
riñen a muerte sus gallos
el chasqui gaucho agoniza,
silencio de cielo y campo.
Florecen brasas de ensueño
de mil fogones y cantos,
lo está llorando el recuerdo
de andar, de andar galopando.
En la Estancia del Rosario
sobre el camino del Bracho
descansa ya para siempre
el chasqui Venancio Caro.

Versos de Cristóforo Juárez

martes, 16 de abril de 2019

SAN LORENZO


En la puja febril de la batalla:
las banderas sus alas desplegaron,
coraje con coraje allá chocaron
ante el fiero rugir de la metralla.

Irguió la patria su imponente talla,
a su conjuro con valor lucharon
y con denuedo proverbial formaron
sus bravos hijos irrompible valla.

En ese muro, contenida y rota,
melló su furia la pujanza ibérica
y la victoria se trocó en derrota;

y en una hazaña de visión homérica,
dando su vida al capitán patriota,
salvó Cabral la libertad de América.

Versos de Domingo A. Bravo

viernes, 5 de abril de 2019

CRIOLLA


Cifro todos mis amores
en el campo bendecido
donde mi rancho querido
se alza entre ramas y flores;
donde hay pájaros cantores,
trebolares y gramilla,
donde la vida es sencilla,
y donde el paisano luce
la enseña que me seduce
un gacho y una golilla.

Cada aurora aquí despierta
entre sonrosados velos,
cual si dejara en los cielos
una cortina entreabierta.
La luz da a todo su ‘alerta’,
canta alegre la avecilla,
y cuando el sol aún no brilla,
deja su lecho el paisano,
el del campo soberano,
el que usa gacho y golilla.

Todo sonríe a la vida,
todo de luz se colora,
hasta el rancho de totora,
esa vivienda escondida
a la sombra protejida
entre ramas y flechilla:
esa vivienda sencilla
del paisano generoso
que se contempla orgulloso
con su gacho y su golilla.

De esta vida silenciosa,
yo adoro la dulce calma,
y siento ensancharse el alma
bajo una impresión grandiosa;
mi alma de sosiego ansiosa
ama esta calma sencilla,
trebolares y gramilla
y claveles de la sierra:
¡Todo lo que es de mi tierra
como el gacho y la golilla!
                             (Ca. 1919/1920)
           Guardia Vieja, Maldonado, ROU

Versos de Ludbiana Maurente

jueves, 4 de abril de 2019

LA GOLILLA


Solo nos queda una prenda
de las que vistió el paisano
y de aquel tiempo lejano
canta la hermosa leyenda:
ella flameo en la contienda
entre el sangriento entrevero
y su chasquido altanero
fue el aplauso de la historia
que iba cantando victoria
a espaldas del montonero.

Ella es amoroso lazo
al cuello del gaucho atada
por la china enamorada
como un voluptuoso abrazo,
la que esconde en su regazo
el llanto de la partida
y se agita estremecida
al hombro del que se aleja
como un adiós que refleja
temblores de despedida.

Es la ciñe la frente
del domador altanero
cuando en el bagual matrero
que se sacude impotente,
cruza soberbio y valiente
como un rey de la llanura:
la que sus heridas cura
si su noble sangre vierte,
la que fiel hasta la muerte
le sigue a la sepultura.

La que ondula caprichosa
en triunfos y pericones,
prendiendo en los corazones
de amor la llama ardorosa;
es la que amante y celosa
la faz de la criolla esquiva
a la caricia lasciva
del sol que besarla intenta
y al mismo tiempo, avarienta,
su cabellera cautiva.

Ella lucirá triunfante
como la flor del pantano
mientras exista un paisano
honrado, altivo y amante,
una guitarra en que cante
estilos que son querellas
y haga vibrar de las huellas
los retozones allegros;
y una china de ojos negros
como noche sin estrellas.

Golilla de mis amores
si todo pasa y se pierde,
qué extraño es que te recuerde
cuando ya no hay payadores,
si tú de tiempos mejores
cantas la historia sagrada,
mientras se pierde olvidada
la tradición tan divina
como se pierde entre ruina
la tapera abandonada.
                (Minas, Uruguay. Ca. 1919/1920)

Verso de Juan El Triste

(Fuente: Revista La Raza N° 5 – 1/6/1920)