El
primer flete que tuve
fue
mi “zarco malacara”,
caballo
de media alzada
ni
muy alto ni petiso
bien
plantado, bien fornido
cabos negros y cruzado
su
pelaje colorado,
y
las crines renegridas
con
las bragas desteñidas,
digamos,
era bragado.
Él
me dio satisfacciones
que
no las tuve con otro,
me
lo regalaron potro
y
advertí sus condiciones,
y
yo lleno de ilusiones,
porque
apenas era un niño
lo
palmeaba con cariño,
siendo
muy manso de abajo
de
nombre lo llame “Zarco”.
Tenía
un ojo cristalino.
Era
pa’ lucirse en él
trabajando
en campo abierto
ligerón
y bien despierto,
guapo
hasta quedar si hiel,
seguro
que no hay pincel
que
pinte sus cualidades,
para
rejuntar baguales
en
cualquier tipo e’ terreno,
y
bolear abajo el freno
no
había quien se le iguale.
Daba
gusto revolear
el
lazo en el campo abierto,
pa’
que tiren con acierto
èl
se ponía a la par,
mas
si llegabas a errar
era
de puro chambón,
pero
el flete observador
si
el lazo entraba en las guampas
se
plantaba cono estaca
para
aguantar el cimbrón.