martes, 13 de noviembre de 2018

MI ZARCO MALACARA

El primer flete que tuve
fue mi “zarco malacara”,
caballo de media alzada
ni muy alto ni petiso
bien plantado, bien fornido
cabos  negros y cruzado
su pelaje colorado,
y las crines renegridas
con las bragas desteñidas,
digamos, era bragado.

Él me dio satisfacciones
que no las tuve con otro,
me lo regalaron potro
y advertí sus condiciones,
y yo lleno de ilusiones,
porque apenas era un niño
lo palmeaba con cariño,
siendo muy manso de abajo
de nombre lo llame “Zarco”.
Tenía un ojo cristalino.

Era pa’ lucirse en él
trabajando en campo abierto
ligerón y bien despierto,
guapo hasta quedar si hiel,
seguro que no hay pincel
que pinte sus cualidades,
para rejuntar baguales
en cualquier tipo e’ terreno,
y bolear abajo el freno
no había quien se le iguale.

Daba gusto revolear
el lazo en el campo abierto,
pa’ que tiren con acierto
èl se ponía a la par,
mas si llegabas a errar
era de puro chambón,
pero el flete observador
si el lazo entraba en las guampas
se plantaba cono estaca
para aguantar el cimbrón.

Versos de Carlos Hermán Fernández (San Luis Capital)

domingo, 11 de noviembre de 2018

EL COBARDE


Un muchachón de manos engrilladas;
un comisario ‘bravo’ y un alcalde
que sabiéndolo al mozo bien seguro
le escupen su desprecio “pa’ que hable”.
-Lo mataste a traición, seguramente..
Y el mozo le contesta: -Sepa, alcalde,
que los hombres nacidos en mi tierra
muy pocos matan de traición a naides.
-Sin embargo -interrumpe el comisario-,
nunca matan de frente los cobarde.
-¿Y de cuándo esa fama, comisario?
-Te la ganaste bien aquella tarde
que’l final te insultó delante’e todos
y vos, como faldero, te achicastes.
-Aquello jué otra cosa, comisario;
me achiqué con razón, no por cobarde.
Aquella tarde me allegué hasta’l pueblo,
pa’ buscarle rimedios a mi madre,
que había quedao solita, allá en el rancho,
quemándose de fiebre sobre el catre.
Si me achiqué, señor, no jué de miedo.
¡Jué su voz que me gritó: “parate!”…
Es muy fiero, señor, pa’ quien ya siente
que la muerte comienza a aprosimarse ,
encontrar que no hay naides en el mundo
que le empreste un poquito de coraje;
sin tener quien le rece un Padrenuestro
ni tener quien le pida un “Dios te salve”.
Pero ayer me cobré. Mi mama ha muerto;
y ya sin su cariño que me ate
m’encaminé pa’l pueblo, bien seguro
de no encontrar tranquera que me pare.
Estaba en el boliche el “hombre guapo”
Hablando de bravura, de coraje…
“que a los hombres los reta como a chicos…”
“que no encuentra varón que se le cuadre…”
Por eso, al dentrar yo, ni m’hizo caso,
y con disprecio comenzaba a ráirse
cuando mi zurda le cruzó la cara
pa’ evitar el decirle: “¡acomodate!”
Sacó el facón y se me vino al humo.
La carrera conmigo l’era fácil…
y el hombre, entusiasmao, siguramente,
tiró un hachazo… se quedó pagando…
buscando sitio pa’ poder dentrarme
y sonzo juera yo de no cobrarme.
-¿Tenés más que agregar?
                                           -Sí, comisario:
¡que no güelva a tratarme de cobarde
sin soltarme una mano, por lo menos…
por si tiene el antojo de probarme!

Versos de Boris Elkin