Adiós,
mi coronel;
desde
aquí te despido.
La
luz de los fusiles en tu camisa blanca
no
alumbran el olvido.
Del
arroyito rojo de tu pecho
iba
manando un triunfo malherido:
“Yo soy de estos
pagos
soy de Navarro,
qué digo soy de
Navarro;
donde cayó
Dorrego
nacieron cardos
qué digo
nacieron cardos…”.
Adiós,
mi coronel;
chaquetilla
de fuego
bajo
el fuego.
Tus
galones viriles de soldado
condecorando
el pecho de la muerte,
arrancados
de cuajo.
Quién
ordena la vida,
quién
decreta el silencio,
quién
tiene la palabra
que
suscribe de un trazo la memoria
y
se detiene ante la cruz del orden
para
cruzar tu pecho
con
la banda del crimen y la gloria?
Y
se hace dueño de los testamentos
que
mandarán borrar culpas y escoria
y
ordena el fuego del remordimiento
que
mandará llorar sobre la historia?
Ay,
de tu general;
ay,
de los cabalgan a su lado;
galopando
estarán sobre tu nombre
con
la flor de tu sangre en el costado.
Adiós,
mi coronel;
desde
aquí te despido.
En
tu camisa blanca
prendí
la flor del triunfo
que
tus paisanos cantarán conmigo:
“Yo no soy de
estos pagos
soy de Navarro,
que digo soy de
Navarro.
Donde a Manuel
Dorrego
lo fusilaron,
que digo crecen
los cardos…”.
Versos
de Suma
Paz
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