jueves, 24 de abril de 2014

QUIRQUINCHERO

Lo topé en el monte
sobre un jaco negro,
las barbas de quiscos,
de jume el cabello,
la tez de quebracho,
los dientes muy recios,
los ojos sombríos,
los labios resecos
en los que imploraba
la sed del desierto.

Inmóvil estaba
bajo el sol de fuego
con la pobre caza
atada a los tientos:
dos o tres quirquinchos
y unos pichiciegos.

La sombra del jaco
buscaban sus perros,
galgos puntiagudos,
largos, esqueléticos,
de hundidos hijares
y patas de viento.

Entre las jarillas
me salió al encuentro;
la sed en su boca
se hizo mando y ruego.

Le di yo me chifle
con agua del cerro,
lo llevó a su boca
de labios resecos,
todo tembloroso
de gozo y de miedo.

Bebió ávidamente
de cara a los cielos,
hasta que en sus manos
quedó el chifle seco.

¡Nunca vi unos ojos
de mirar más bueno!
¡Nunca oí palabras
de más dulce acento!

Frescura de ríos,
de arroyos neveros,
de huaycos y lluvias
sentí yo en mi pecho.

La luz, las montañas,
las hierbas, el cielo,
mi chifle vacío
llenaron de nuevo.

En mi alma cantaba
las dicha del viento,
la sombra del árbol
y el agua del cerro.

Versos de Alfredo R. Bufano

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