viernes, 19 de abril de 2013

DÉCIMAS A PEDRO BOLOQUI

Con levadura de gloria
de mi amasijo hago el pan,
voz de bronce hecho talán
con badajear de victoria;
sonoro bronce de historia
se hace estampa en mi buril
donde diagramo el perfil
de un poeta prominente,
pido luz al continente
y al abecé lo sutil.

Allá me voy “Viento Arriba”
dando cara al sudoeste,
limpio cielo azul celeste
y verde alfombra nativa;
flora que forma y cultiva
al hombre de la llanura,
la cañada, su verdura,
el arroyo y su vergel,
parecen el sello fiel
de una gigante herradura.

De “Vuelta y Media” se queda
suspendido un remolino
y la aleta del molino
hace bambolear la rueda,
el camino color greda
se alarga y desaparece,
lejos el calor se mece,
como un gigante colchón
y el sol tras un nubarrón
una moneda parece.

Yo sé que a mis “Azulejos”
ya los tengo que enfilar,
sé que haciéndolos sudar
voltearán sus pelos viejos,
en sus ancas los reflejos
le dan distintos matices,
si pienso que son felices
cuando al galope se largan
y en sus bufidos descargan
sus fuerzas por las narices.

Como un sonoro tensor
las esbeltas casuarinas
zumban melodías finas
de homenaje al escritor,
y en pos de él, al derredor
y en auténtica reseña,
de su “Tropilla Sureña”
ensilla un brioso corcel
y enhorquetándose en él
¡le dice adiós a su dueña!
                                      (Sarandí, 1985)
Versos Aldo Héctor Crubellier

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