miércoles, 7 de enero de 2015

EL AMARGO

La cocina grande,
el piso de tierra,
la mesa de estancia
y el fogón a leña.
La tarde se apaga,
la peonada llega
y el mate dispone
que formen la rueda.
Ya la paisanada
que viene dispuesta
a tirar las chanzas
que se traen a cuestas,
largan las ortigas
de las imprudencias.
Luciano, callado,
sonríe y se sienta
donde la chacota
comenzó la trenza.
Él espera el mate
de la mano de ella!
…ese amargo dulce
que tiene la yerba.
La moza no sabe
que dentro esa rueda
se enciende otro fuego
sin llama y sin leña,
que de puro pobre
ni cenizas deja!
El mozo callado
en silencio piensa:
“Es leña muy verde
para que se encienda.
Soy un peón de campo,
ella es estanciera,
tengo algunas matras,
un rancho sin dueña
y un fogón adentro
que el alma me quema
con las brasas flojas,
de mi poca ciencia”.

La pava malicia,
por la confidencias
que le hace el amargo
cuando se le acerca,
que el amor del gaucho
es una tapera.
Es tan imposible,
que si lo supieran
lo echan de la estancia
por fijarse en ella.
El mate termina,
se acaba la rueda,
y el amargo junto
a la pava queda,
mientras la bombilla
brilla de contenta
porque la besaron
en todas las vueltas!
De a poco, los hombres
salen para fuera
mientras que Luciano
quedarse quisiera
para que la moza
le cebe otra vuelta;
pero sale al patio,
mira las estrellas
y dice en silencio
con profunda pena:

“Son flores del cielo
que ninguno siembra…
Yo paso la vida
arando la tierra
para que los vientos
de la indiferencia
lleven la semilla
en la polvareda…
Cuando hace unos años
vine a esta querencia,
hubo otra semilla…
(no sé de que yerba)
que prendió en mi alma
como enredadera;
me ha maneado tanto
que ahora me aprieta,
me ciñe y me mata
me ahoga y me enteca!

Que lindo el lucero
cuando se me acerca
en esas mañanas
a encender mis leñas
y el hornero canta
sobre la cumbrera,
mientras la torcaza
parece que reza.
Esta noche hermosa
pertenece a ella”.

Hoy cumple los años!
Comienza la fiesta!
La gente de lejos
de a poco se acerca
y el pobre Luciano
callado se aleja
con la compañía
de la luna llena.
Llega hasta su rancho,
enciende unas leñas,
ensilla su amargo
para hacer su ofrenda,
y mirando al cielo
poblado de estrellas,
le dice a la luna:
“-Yo brindo por ella!!”

Versos de Alberto Simón Mederos

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