domingo, 10 de marzo de 2019

MALÓN

El indio acecha y ruge en la llanura
anchurosa y vital de nuestra pampa.
El criollo brama en la salvaje espera.
Se aquieta el pajonal. El puma calla.
Y la tarde se muere en un ocaso
con brochazos de sangre. Rojo y llama
por donde trepa, como lengua viva,
el grito del chajá, que está de guardia.
Cortan el horizonte los “silbones”
buscando un cañadón con junco y agua
y en el tropel de potros cimarrones
hay un relincho madre de yeguadas.

Va el silencio camino de las sombras
-que como un poncho tiende la distancia-
para abrigar la noche estremecida
donde una estrella se asomó a mirarla.
De la cumbrera azul del firmamento
cuelga la luna su farol de plata
iluminando sombras que se mueve
en un vaivén de potros y de lanzas.
Y en la hosca penumbra del mangrullo
la sombra de milico se hace larga.

Viene Cafulcurá, señor del tiempo,
mezcla de cobre, de coraje y lanza.
Prototipo del hijo de la tierra
Hecho en la dura fragua de la raza.
Viene con la fiereza de los fieros
varones indios que parió su casta,
para ser libres como el mismo viento,
para ser dueños del desierto Arauca.
¡Viene el indio en malón, tiemblan los yuyos
y se pegan al suelo hasta las pajas!

Polvareda y ciclón, furia desnuda,
que llega desde el fondo de la pampa
con un grito de guerra dolorido
que comenzó con odio y fue venganza.
Y con tremendo empuje de pampero
pasa el malón llevando las cristianas
donde se han de cebar, como caranchos,
en una presa palpitante y blanca.
Dejan atrás desolación y muerte,
ranchos desnudos. Fiera rastrillada
que ya descubre, con matiz de sangre
saliendo de las sombras, la alborada.

¡Mientras que trepa como lengua viva
el grito del chajá que está de guardia!
Y en el tropel de potros cimarrones
hay un relincho madre de yeguadas.

Versos de Camilo U. Pérez Risso

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