jueves, 1 de marzo de 2018

DUELO CRIOLLO


Ya la tarde se adelanta
como copando la escena,
el viento su voz levanta;
hay un paisano que canta
y una guitarra que suena.
  
Se oye de pronto: “¡Abran cancha!”
en la vieja pulpería.
Dos gauchos, hacen pata ancha
para lavar una mancha
o ver de ofrecer su hombría.
  
Uno tira y otro ataja,
los dos se juegan la suerte.
La vida es una baraja.
Hay un poncho que abaraja
los puntazos de la muerte.
  
Cada gaucho es un artista
pues, en el duelo salvaje,
hay que ser buen esgrimista,
hay que tener buena vista
y hay que tener, buen coraje.

 De pronto llega un planazo
a quien pararlo no puede
y en la potencia del brazo,
hay uno que avanza un paso
y otro que lo retrocede.
  
Luego un murmullo se escucha.
Ni un ¡ay!, el herido dijo,
pues aunque la ciencia es mucha
en el ardor de la lucha,
ya está goteando un barbijo.
  
Un anciano hace la cruz
pero el combate no amaina
y mientras reza a Jesús,
una daga como luz
busca en el pecho una vaina.
  
La gente está arrodillada
frente a la mortal herida.
La acción está terminada
y aquella cara marcada
lleva el precio de una vida.
  
Ya se aleja el vencedor
un cuerpo queda tendido.
Aquel se va con dolor,
deja un retazo de honor
en la daga del vencido.

Luego lo alcanza la fama
y lo busca la partida.
Y andará de rama en rama,
mientras la cárcel lo llama
para cobrarle una vida.

Versos de José Alaiz

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