1
Hoy quiero
escribir mis versos
para un
viejo cuarteador.
Hoy canto a
Pedro Lucero
cuarenta años
postillón
de la
galera que corre
entre Dolores
y Ajó.
2
Nacie como
él conocía
las trampas
del cañadón;
el paso donde
emboscaba
el carcahuezal
traidor;
el aguazal
que se hace hoyas
al peso del
carretón;
la
encrucijada engañosa
para el ojo
no avizor;
en el bajo
de “La Estrella”
qué huellas
oreaba el sol;
cual vado
era en la “Cañada
de
Fernández”, el mejor.
¡Piloto de atascaderos
Capitán del cañadón!
3
Ninguno como
él intuía
-según se
ocultara el sol-
si habría
heladas en la noche,
si caería
chaparrón,
o si se desataría
el pampero
bramador.
Ninguno con
más baquía
que él la
galera cuarteó;
en la
hondonada, el estero,
el pajonal
y el zanjón.
Y de su
mano la palma
no la conoció
mejor
que aquel
infierno de barro
desde
Conesa hasta Ajó.
¡Capitán de encrucijadas
Piloto del cañadón!
4
Fue el Tuyú
todo su mundo,
nunca al
Tuyú dijo adiós,
y en el
Tuyú moriría
quien en el
Tuyú nació.
A lo largo
de su vida
no fue más
que postillón
(por eso no
tuvo un rancho
ni en
amores se perdió).
La dureza
de su vida
le hizo
duro el corazón.
Pasó cantando
la dicha;
cantando
pasó el amor
pero él…
cerró sus oídos
a la mágica
canción.
Y cuando al
final, un día,
su soledad
le advirtió
que su vida
era un desierto
donde nunca
abrió una flor,
y que la
noche crecía,
tras de la
puesta del sol;
¡ya estaba
lejos la dicha
y estaba
ausente el amor!
¡Atalaya de andurriales
Piloto del cañadón!
5
¡Ha muerto
Pedro Lucero…!
La nueva
cundió veloz
por el
talar y el repecho,
el atajo y
el hondón;
por lomadas
y gredales,
desde
Dolores a Ajó.
Y a coro la
repitieron
el tero en
el albardón,
la gaviota
en el barranco
y el chajá
sobre el altor.
Que en el
Tuyú moriría
quien en el
Tuyú nació.
6
¿Qué hacés
ahora…? En el cielo
también
eres postillón
de una
galera, que guías
montado
sobre un veloz
potrillo
alado, que tiene
pelaje de
luna y sol.
Llevas una
carga de ángeles
-como
hostias en su copón-
entre celajes
y estrellas
y palomas
del Señor.
Y hábilmente
la conduces
por las
praderas de Dios
como
aquella otra galera
por los
fangales de Ajó.
¡Piloto de atascaderos
Capitán del cañadón!
(aprox. 12/1959)
Versos de Ismael Dozo
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