Entre
los pastos tirada
como
una prenda perdida,
en
el silencio escondida
como
caricia robada,
completamente
rodeada
por
el cardo y la flechilla
que,
como larga golilla
van
bajando la ladera,
está
una triste tapera
descansando
en la cuchilla.
Allí,
en ese suelo, fue
donde
mi rancho se alzaba,
donde
contento jugaba,
donde
a vivir empecé;
donde
cantando ensillé
mil
veces el pingo mío,
en
esas horas de frío
en
que la mañana llora
cuando
se moja en la aurora
con
el vapor del rocío.
Donde
mi vida pasaba
entre
goces verdaderos,
donde
en los años primeros
satisfecho
retozaba,
donde
el ombú conversaba
con
la calandria cantora,
donde
noche seductora
cuidó
el sueño de mi cuna
con
un beso de la luna
sobre
el techo de totora.
Donde
resurgen valientes,
mezcladas
con los terrones,
las
rosadas ilusiones
de
mis horas inocentes,
donde
delirios sonrientes
brotar
a millares vi,
donde
palpitar sentí,
llenas
de afecto profundo,
cosas
chicas para el mundo
pero
grandes para mí.
Donde
el aire perfumado
está
de risas escrito,
y
donde en cada pastito
hay
un recuerdo clavado;
tapera
que mi pasado
con
colores de amapola
entusiasmada
enarbola,
y
que siempre que la miro,
dejo
sobre ella un suspiro
para
que no esté tan sola.
Versos
de Elías
Regules
(uruguayo)
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