Caminos
de la tierra americana,
anónimos
y grises derroteros.
En
la selva y el llano eran senderos
que
agrandamos a punta de picana.
Servidores
alerta en la temprana
gesta
de barro y sol, y los primeros
baquianos
en las noches de entreveros,
y
flechas en la luz de la mañana.
Quedaron
extraviados en la historia
-falta
una fecha a su pequeña gloria,
a
sus viajes con postas y sin metas-.
Pero
su canto épico fue escrito
con
pareados que van al infinito
en
las huellas de todas las carretas.
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