Tranquiador de los caminos
en ciudades y campañas…
ropa gastada en el tiempo
de calores y de escarchas…
manso mirar, medio ausente
igual que buscando el alma
y nombre que solo él sabe
o que perdió en las distancias
lo conocen por “Yuyero”
y es así como lo llaman.
Canasta grande en el brazo
-surtida como farmacia-
y caben todos los yuyos
en esa vieja canasta…
vive con sus medicinas
como pastor con sus cabras…
y donde encuentra reunidas
la pobreza y la desgracia:
es médico en la receta
que los remedios regala.
En diabetes: eucalipto,
sarandí blanco y genciana…
Indigestión: arazá,
menta, manzanilla y tala.
Empacho: buche’e ñandú…
Y al seco de vientre: malva…
Llagas lerdas de curar:
raíz de gramilla blanca…
Catarros y tos: mastuerzo
con lino blanco y naranjo.
Yerba de la piedra, en té,
pa’ la “bilis demorada”…
Palpitaciones nerviosas:
toronjil hervido en agua…
Verrugas?: savia de ombú…
y cebada, en la lactancia
frutas de burucuyá,
avena, maíz y malta…
Y en úlceras: carnicera,
llantén, laurel, rosa y salvia.
En calvicies a destiempo:
mastuerzo y hojas de alfalfa…
Agua de sauce llorón
cuando es rebelde la caspa…
Riñones: barbas de choclos
y raíz de pata’e vaca…
Sabañones: el ají
en unto sin sal o grasa
y para ojos irritados:
lavajes de rosa blanca.
En reumatismo: mil hombres
lo mismo que ruda en caña…
y mate amargo, si el sueño,
en mal momento lo ataca…
Hojas de higuera, limón,
o ajo macho, en presión alta…
son los yuyos y recetas
de la ambulante farmacia…
Lo conocen por “Yuyero”
y es así como lo llaman.
Versos de Adolfo Cosso
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