sábado, 20 de junio de 2020

AMANECER CAMPERO


Corre la brisa coqueta
por dilatada hondonada,
tras la lúcida alborada
se oyen rumores de orquesta;
están las aves de fiesta
preludiando sus cantares;
hay ansias de nuevos lares
en sus tiernos corazones,
y en distintas direcciones
vuelan rumbo a otros lugares.

Después, un silencio suave
hay por toda la llanura;
y el monte con su espesura
se va tornando más grave;
en tanto que el sol se abre
entre celajes, perdido,
cada pichón en su nido
espera el sustento diario
que ha de hacer lo necesario
quien en su busca ha salido.

Más allá, a la distancia,
coronando una cuchilla,
se ve arrear a una tropilla
por un peoncito de estancia;
jinetea con arrogancia
dominando el bagualaje,
y demostrando coraje
para que el patrón lo vea
pone fin a su tarea
orgulloso del mensaje.

Ya comienza el labrador
a unir a los mansos bueyes,
así obedece a las leyes
como buen trabajador;
aunque es ruda la labor
para él y sus animales
no reconoce más males
que ver sus hijos sin pan,
y en esto vuelca su afán
para lograr los trigales.

En continuo movimiento
amanece la campaña,
y como por fuerza extraña
influye vida al momento,
en todo reina el contento
que brinda naturaleza,
y es tan grande la belleza
que no le hallo semejanza,
¡solamente la esperanza
se compara a su grandeza!
            (Montevideo, Cerro, 1944)

Versos de Ignacio Suárez

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