viernes, 7 de agosto de 2020

EL CABALLO DEL GAUCHO

                             Mi caballo era mi vida,

                          mi bien, mi único tesoro.

                                        Juan María Gutiérrez

 

Mi caballo era ligero

como la luz del lucero

que corre al amanecer;

cuando al galope partía

al instante se veía

en los espacios perder.

 

Sus ojos eran estrellas

sus patas unas centellas,

que daban chispas y luz;

cuanto lejos divisaba

en su carrera alcanzaba,

fuese tigre o avestruz.

 

Cuando tendía mi brazo

para revolear el lazo

sobre algún toro feroz,

si el toro nos embestía,

al fiero animal tendía

de una pechada veloz.

 

En la guardia de frontera

paraba oreja agorera

del indio al sordo tropel,

y con relincho sonoro

daba el alerta mi moro

como centinela fiel.

 

En medio de la pelea,

donde el coraje campea,

se lanzaba con ardor;

y su estridente bufido

cual del clarín el sonido

daba al jinete valor.

 

A mi lado ha envejecido,

y hoy está cual yo rendido

por la fatiga y la edad;

pero es mi sombra en verano,

y mi brújula en el llano,

mi amigo en la soledad.

 

Ya nos vamos de carrera

por la extendida pradera,

pues somos viejos los dos.

¡Oh mi moro, el cielo quiera

acabemos la carrera

muriendo juntos los dos!

                                         (Ca, 1938)

Versos de Bartolomé Mitre

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