Abre
su boca bronceada
en
que se herrumbra la historia,
como
un bostezo de gloria
de
la epopeya pasada.
Él
incendió en la emboscada
la
subitánea sorpresa,
y
al volcar en la maleza
su
rojo embudo inaudito
llenó
el monte con su grito
y
se gestó la proeza.
Bajo
el poncho se escondía
taimado
su torvo bronce
y
su gatillo era el gonce
guardián
de la valentía.
Como
un cachorro gruñía
en
la disputa eventual,
y
si el osado rival
pasaba
a las vías del hecho,
recibía
en pleno pecho
su
dentellada infernal.
su
mandato perentorio
cuando
prendía el holgorio
su
chispa en los bebedores.
Sus
aciagos resplandores
fueron
flámulas de guerra,
y
en los bailes y en la hierra
y
en la asidua pulpería
subrayó
la bizarría
de
los gauchos de la tierra.
como
un perro rezongón
que
yaces en un rincón
tirado
por inservible.
En
esta edad apacible
ya
no gruñes ni haces nada,
y
tu roja lumbrarada
que
encandiló la extensión,
hoy
es humo de un fogón
que
se extingue en la ramada.
Ronco
trabuco baldado
ya
sin gatillo y vencido,
que
te enmoheces de olvido
como
un volcán apagado.
Desde
el fondo del pasado
evoco
la montonera,
la
patrulla y la carrera
y
la taba al aire libre,
donde
triunfaba el calibre
de
tu entraña naranjera.
Versos de Daniel Elías
No hay comentarios:
Publicar un comentario