lunes, 3 de febrero de 2020

CAMINO A LA SIERRA

Ensillé y salí despacio
antes que empiece a aclarar
por gusto de contemplar
la inmensidad del espacio
que como enorme prefacio
se presenta ante mis ojos
y al tranquear a mis antojos
hurgando en la lejanía
entra a despuntar el día
con sus tímidos sonrojos.

Un hondo silencio embarga
en esa hora temprana
cuando la joven mañana
desplaza la noche larga
pronto con su rubia carga
el sol entrará a trepar
la bóveda singular
que debemos al Creador
inundando de color
los campos de este lugar.

A un costado del camino
muy cerca del Sauce Grande
su pétrea dureza expande
rudo el Cerro Ceferino
le da un reflejo argentino
el rocío de la mañana
y en su cumbre soberana
se ve una modesta cruz
como abrazando la luz
clamando una resolana.

¿Quién sabe qué buen paisano
en esforzada misión
trepó el enorme mojón
que se levanta en el llano?
¿Quién sabe qué ruda mano
dejó esa cruz como estampa
que se aferra como grampa
sobre la cumbre dormida
y nos recuerda la vida
de  aquel Lirio de la Pampa?

Todo el crisol del naciente
vuelca su luz majestuosa
y aparece en cada cosa
un reflejo diferente
se me hace que de repente
veo una extraña visión
que se mueve en formación
en la cercanía del cerro
¡si parece el Tres de Fierro!
que va campeando un malón.

Nutrido en brisa temprana
sigo tranqueando el camino
que me lleva con destino
a Sierra de la Ventana
toda la joven mañana
con visiones de esplendor
me enriquece de verdor
y no me cabe una duda
¡es cierto que Dios ayuda
al gaucho madrugador!

Versos de Rubén Reyna

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