Tierra Virgen, pampa abierta,
henchida de libertades,
con viejas reminiscencias
de malones y barbarie;
llega el grito de Sarmiento:
“¡No sean bárbaros, alambren!”
Esencia de evolución
en ganados y cereales,
vital factor de progreso
con robustez de gigante,
el poder del alambrado
impulsó una patria grande.
Bravías bestias cedieron
a su incontenible avance,
y el agrao creció en cosechas
del Atlántico a los Andes;
cercas que cantan su triunfo
en llanos, lomas y valles.
Atrás quedaron las zanjas
y el espinudo follaje,
tensos hilos dividieron
las inmensas propiedades,
y treparon a la sierra
hechos pirca en pedregales.
Taladro, pala, pisón,
torniquete, pico, alambre,
tenazas y california
un acervo inseparable,
que tomó el alambrador
para su obra de arte.
Diapasón para el rasguido
del pampero sibilante,
que en su musical corrida
ensayó tonos y claves,
para esparcirlos después
por la tierra y por el aire.
Suspiros de vastas líneas
en tranqueras que se abren,
y entre postes y varillas
se asoman garras punzantes,
que con lisos intercalan
renglones horizontales.
Cerco que arrancó a la selva
quebrachos y ñandubaes,
para vencer extensiones
entre riquezas rurales.
¡El sueño de Richard Newton
hoy alambra realidades!...
Versos de Juan Carlos Pirali
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