domingo, 27 de octubre de 2013

DUODÉCIMAS A GUILLERMO SARAVÍ

Llegaste al pago, matrero,
luciendo tu banderola
como una ardiente amapola
después del rudo entrevero;
en los lampos de tu acero
se hacía astillas el sol
y el altísimo arrebol
de la moharra de tu lanza
era el grito de venganza
con que tu pasión estalla…:
fusta para la canilla
y ala para la esperanza…!

Cuando tu pingo escarceó
por las cercanas cuchillas,
hubo un rumor de golillas
que hasta nosotros llegó;
la brisa rauda pasó
contando la buena nueva,
despertó el zorro en su cueva,
llamó al zorzal en su nido
y hasta el perfume dormido
en las entrañas del monte,
se esparció en el horizonte
al escuchar tu alarido…

Y llegaste a mi tapera
como buscando un albergo,
enastando tu chambergo
lo mismo que una bandera;
y la vieja enredadera
de mi pobre inspiración
se avivó en mi corazón
al influjo soberano
de tu cántico galano
que, por noble y por valiente,
es como el alma viviente
de mi boscaje entrerriano…

Yo no se si vibra en él,
lleno de encantos y bríos,
la potencia de Entre Ríos
o la fuerza de Montiel;
más sé que en el oropel
de mu miraje soberbio,
hecha cuerda y hecha nervio
está la gaucha bravura,
pues tiene la envergadura
de los mismos algarrobos…:
y por eso es que tus trovos
son pájaros de la altura…!

Yo quisiera hallar en mí
algo neto que me explique
la postura de cacique
todo nervio, que hay en ti;
mas mi canto baladí
se extravía por la selva,
se enreda en la madreselva,
se rompe en el espinillo,
flota en el manto sencillo
del pajonal florecido
y se rinde, ya vencido,
a tus plantas de caudillo…

Y en vano pido a la musa
notas altas y sonantes,
me sobran los consonantes
pero mi frase es confusa…;
nuestro verso ya no se usa,
nuestro canto está de más…;
pero el alma montaraz
pide fuego, pide amor,
y tú, noble payador
de las cosas de mi tierra,
vienes promoviendo guerra
para darle lo mejor…!

Por eso, justa y cabal,
en añoranzas de moharra,
le acomodé a mi guitarra
una cinta federal;
y tornada en cardenal
por el noble distintivo
me dio este canto nativo
que, con fraternal unción
te traigo, para blasón
de tu escudo de esperanza…:
como una astilla de lanza
clavada en un corazón…!

Versos de Delio Panizza

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