Un plumón apelmazado
e impermeable lo
resguarda;
color muy claro en
el pecho
y gris castaño en la
espalda;
parece forrado en
cuero
de corta y espesa
lana.
Macá: soy y niño y
te veo
avanzando sobre el
agua
el atento periscopio
de tu cabeza en
escuadra.
Navegante solitario
que a las rompientes
llegabas
desafiando las
violencias
de las más recias
borrascas.
(Algunas veces
dormido,
la cabeza bajo el
ala,
flotabas a la deriva
como una boya
plateada).
Zambullidor habilísimo
para burlar
acechanzas;
saliendo en el sitio
opuesto
al que mi honda
aguardaba.
(Perdón, macá, si
una vez
no sé cómo te
acertara…
que aquel golpe
todavía
me está doliendo en
el alma).
De que manera el
misterio
de tu vida me
intrigaba:
¿a dónde irías de
noche?,
¿cómo sería “tu casa?...
Y aquellos tus
pichoncitos
vivaces, llenos de
gracia,
que en mi ignorancia
infantil
“gallinetitas”
llamaba…
(¡Lo que he deseado
uno de ellos
sin que jamás lo
lograra!...
¡Cuántas esperas
inútiles,
cuantas astucias
frustradas!).
Yo te debía estos
versos
-injusto que te
olvidara
al cantar a tantas
aves-,
viejo amigo de la
infancia.
(1950)
Versos de Juan
Burghi
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