jueves, 28 de julio de 2022

DESDE ADENTRO

 No se quién le ha dicho,  don,

que porque visto de traje

no soy honra pa’l gauchaje

que canta a la tradición.

Yo llevo en el corazón

el verdor de los potreros,

me he criao entre los puebleros

pero el campo fue mi cuna,

y tuve candil de luna

pa’ alumbrarme en los esteros.

 

Yo soy un predicador

de la belleza campera.

No me mire por ajuera

que no va a ver mi interior;

piense que no soy cantor

sino una voz campesina,

así tal vez adivina

con solo mirar mi estampa

que soy un arroyo pampa,

formao con sangre argentina.

 

Por eso quisiera creer

que lo que dice es sincero;

me convence el parejero

cuando lo veo correr.

Me afirmo en mi parecer

y no se borra su tinta,

pero si estoy en la cinta

largaré cualquier carrera,

emponchao en mi bandera

sin que me importe la pinta.

 

Canto a la naturaleza

y como criollo sencillo,

al sol le alabo su brillo

y al arrebol su belleza.

No ha de cambiar mi cabeza

cualquiera que se proponga,

pero cuando Dios disponga

que se desprenda mi estrella,

me iré silbando una huella

o cantando una milonga.

 

Versos de Artemio “Camambú” Rodríguez

miércoles, 27 de julio de 2022

AL GAUCHO SOL

Don Sol abrió la tranquera

de su rincón solariego

montó en su pingo de fuego

y enderezó campo afuera.

Sembró por azul pradera

semillas de amanecer,

vio el feliz reverdecer

de los blandos pastizales

y un retozar de baguales

festejó su aparecer.

 

La Luna empalidecía

mientras la guardia entregaba

y todo el campo cantaba

el nacimiento del día.

la brisa suave movía

las aletas del molino

que con ese andar cansino

arrancaba desparejo,

rezongando de ser viejo

y no saber ningún trino.

 

Cuando marchaba brillante

por el medio de la pampa,

se fue boyando su estampa

por el arroyo ondulante.

Al contemplarlo radiante

se alegraron los juncales,

y rodeao de pastizales

quería zambullirse el sauce

pa’ retenerlo en el cauce

con sus brazos fraternales.

 

Llegó al tranco al horizonte

como siempre, el gaucho Sol,

y su fogón de arrebol

volvió a arder atrás del monte.

La noche empezó su apronte,

el cielo se enrojeció,

él en las sombras se echó

y su imponente figura

se topó con la llanura

y en silencio se durmió.

 

Versos de Artemio “Camambú” Rodríguez