martes, 29 de agosto de 2023

EL MISACHICO

 Anduvieron todo el valle,

trepar los cerros les toca.

Los coyas del misachico

mascan leguas en su coca.

 

Con su sombrero redondo,

desfilando por la puna,

mustios y tiesos, parecen

habitantes de la luna.

 

Un coya el violín degüella,

la voz se va adelgazando,

y hasta no verla morir

lo seguirá degollando.

 

Mientras la caja repite

con su golpear obstinado:

“haré un cajón, un cajón

para el violín degollado”.

 

Las mozas y hasta las viejas

-es tan seco el altiplano-

visten de verde y de rojo

como inventando el verano.

 

El santo también es coya,

la cara de asombro y cobre.

¡Quién lo ha de ver milagroso

con su ponchito tan pobre!

 

El santo indio les permite

detenerse en la meseta,

para que dejen la coca

encima de una apacheta.

 

La procesión va llegando,

no hay campana que lo indique,

aunque al final de la cuesta

los pechos ya son repique.

 

La polvareda de nubes

dice en el último pico,

que van entrando en el cielo

los coyas del misachico.

 

Versos de Julio César Luzzatto 

 (De Revista Nativa, 3er.bim/1955)

miércoles, 23 de agosto de 2023

CAMPO

 La luz busca el horizonte,

el aire aprieta el silencio;

un nuevo día amanece

nueva jornada en el tiempo.

 

Baja despacio la nube

y bebe en el campo abierto,

pajonal de soledades,

aliento de pasto fresco.

 

Abre su pecho la tierra

en un palpitar ya viejo

y se renueva en el surco

la esperanza del labriego.

 

Deja la fronda sonora

un canto hundido en el cielo

que se desgrana en estrellas,

lunares del firmamento.

 

El sol asoma su frente

por la tapia del regreso…

un nuevo día amanece,

nueva jornada en el tiempo…!

 

Versos de Alfredo Amancio Varela

miércoles, 9 de agosto de 2023

CABALLO CRIOLLO

 Pingo criollo que se va

perdiendo en la lejanía,

como lo vincha bravía,

el poncho y el chiripá.

Caballo criollo que está

tan unido a nuestra historia,

que no hay un girón de gloria

prendido a nuestra bandera,

en el cual él no estuviera

perpetuando su memoria.

 

De las pampas argentinas

has arrancado al galope,

para llegar hasta el tope

de las montañas andinas.

¡Y no hay valles, no hay colinas,

no hay río en tanta extensión,

que no haya temblado con

tu contextura de roble,

ni haya sentido el redoble

de tu brioso corazón!

 

San Martín mandó a degüello

en San Lorenzo, y decían

que los caballos mordían

en medio del atropello;

y así, cuando el casco el sello

puso del triunfo en la franca

victoria, por la barranca

que hace el caudal prisionero,

iba el laurel caballero

del pingo criollo en el anca.

 

Pringles se internó en el mar

para salvar la bandera

y cuentan que ni siquiera

su pingo intentó nadar…

Y así valiente, a la par

de una raza de hombres grandes,

hoy, antes que te desbandes,

como un murmullo en el viento,

para alzar tu monumento

pido una cumbre en los Andes.

 

¡Y habrás de estar noble y fuerte

en tu actitud consabida,

como estirando la brida

para enfrentarte a la muerte.

Y habrás de estar, si la suerte

otra vez no te desmedra;

y si el buril no se arredra,

sobre una cumbre escarpada,

convocando a tu manada

como un relincho de piedra!

 

Versos de Ramón Araya

(De Revista Nativa Nº 377/8 – 6/1955)