La
cocina grande,
el
piso de tierra,
la
mesa de estancia
y
el fogón a leña.
La
tarde se apaga,
la
peonada llega
y
el mate dispone
que
formen la rueda.
Ya
la paisanada
que
viene dispuesta
a
tirar las chanzas
que
se traen a cuestas,
largan
las ortigas
de
las imprudencias.
Luciano,
callado,
sonríe
y se sienta
donde
la chacota
comenzó
la trenza.
Él
espera el mate
de
la mano de ella!
…ese
amargo dulce
que
tiene la yerba.
La
moza no sabe
que
dentro esa rueda
se
enciende otro fuego
sin
llama y sin leña,
que
de puro pobre
ni
cenizas deja!
El
mozo callado
en
silencio piensa:
“Es leña muy
verde
para que se
encienda.
Soy un peón de
campo,
ella es
estanciera,
tengo algunas
matras,
un rancho sin
dueña
y un fogón
adentro
que el alma me
quema
con las brasas
flojas,
de mi poca
ciencia”.
La
pava malicia,
por
la confidencias
que
le hace el amargo
cuando
se le acerca,
que
el amor del gaucho
es
una tapera.
Es
tan imposible,
que
si lo supieran
lo
echan de la estancia
por
fijarse en ella.
El
mate termina,
se
acaba la rueda,
y
el amargo junto
a
la pava queda,
mientras
la bombilla
brilla
de contenta
porque
la besaron
en
todas las vueltas!
De
a poco, los hombres
salen
para fuera
mientras
que Luciano
quedarse
quisiera
para
que la moza
le
cebe otra vuelta;
pero
sale al patio,
mira
las estrellas
y
dice en silencio
con
profunda pena:
“Son flores del
cielo
que ninguno
siembra…
Yo paso la vida
arando la tierra
para que los
vientos
de la
indiferencia
lleven la
semilla
en la polvareda…
Cuando hace unos
años
vine a esta
querencia,
hubo otra
semilla…
(no sé de que
yerba)
que prendió en
mi alma
como enredadera;
me ha maneado
tanto
que ahora me aprieta,
me ciñe y me
mata
me ahoga y me
enteca!
Que lindo el lucero
cuando se me acerca
en esas mañanas
a encender mis leñas
y el hornero canta
sobre la cumbrera,
mientras la torcaza
parece que reza.
Esta noche hermosa
pertenece a ella”.
Hoy cumple los años!
Comienza la fiesta!
La gente de lejos
de a poco se acerca
y el pobre Luciano
callado se aleja
con la compañía
de la luna llena.
Llega hasta su rancho,
enciende unas leñas,
ensilla su amargo
para hacer su ofrenda,
y mirando al cielo
poblado de estrellas,
le dice a la luna:
“-Yo brindo por ella!!”
Versos
de Alberto
Simón Mederos
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