Con
la carga de sus años
hoy
lo vi a Don Aniceto,
camino
de Mamel Choique
otra
vez como tropero.
Un
marucho le iba arreando
unas
mulas de repuesto,
delante’e
la chata vieja
que
pone pena al silencio
cuando
los rayos se quejan
de
viejos y de resecos.
Su
estampa ya conocida
persiste
a través del tiempo;
boina
cayendo a la frente,
pañuelo
de cuello negro,
bombacha
de gabardina,
e
infaltable saco’e cuero
con
que pelea a los fríos
y
se ataja de los vientos.
Cuántos
años hace ya
que
veo a Don Aniceto
con
la misma indumentaria
que
lo distingue de lejos.
Tuvo
tropa’e varias chatas
que
quedando se le fueron
a
la vera’e los caminos
vencidas
por el esfuerzo;
y
también porque en el pago
se
acababan los herreros.
Hoy
apenas lo acompaña
esa
chata, que no creo
siga
mucho por las huellas
para
que al menos el dueño
se
sienta como de mozo
un
tropero de los buenos;
aunque
hoy se ocupe en poner
alambre
a campos abiertos,
porque
también ese oficio
de
alambrador fue aprendiendo
cuando
a su tropa el rigor
del
camino fue venciendo.
Pero
a las chatas y mulas
él
nunca les saca el cuerpo…
con
esa que apenas anda
y
que usa en su oficio nuevo
va
dejando el material
donde
ha de pararse luego
un
alambre que seguro
va
a originar algún pleito.
Y
aunque ande de alambrador
la
estampa’e Don Aniceto
aunque
le den muchas vueltas
¡es
estampa de tropero!
(1969)
Verso de Elías Chucair
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