miércoles, 20 de diciembre de 2017

LA MILONGA SE HA PERDIDO

1
La Milonga se ha perdido.
¡Quién sabe dónde andará!
Si en la calle de Chavango
o en la plaza Montserrat.
Tras ella andan Tararira
y el Pardo Zoilo Roldán,
los dos hombres de guitarra
¡pa’ lo que gusten mandar!
También Sinforoso Luna,
un trompo para bailar.
Dicen que desde hace tiempo
lo buscan con mucho afán;
en todo el barrio del Alto
no la pudieron hallar.
Tampoco en La Batería
ni en la estación Caridad,
donde es fama que una noche
la morena Trinidad
la vio pasar perseguida
por Gabino el mayoral.
2
Como se tiene noticias
que por afuera ha de andar
errando de rancho en rancho
o extraviada en un pajal,
por ver si da con su rastro
ayer, antes de aclar,
partió el domador Cardoso
en su lobuno torcaz.
Y los mensuales de El Tala
que la extrañan por demás,
las tropillas por delante
la salieron a campear.
Unos para el sur rumbean,
otros hacia el norte van…
Bruno Leiva, según dicen,
llegó hasta San Nicolás
y Gorosito, el resero,
a la sierra del Volcan.
Hay quien costeó la frontera
de Trenque Lauquen a Puán
y quien del Quequén se vino
por la orilla de la mar
al Tordillo, San Vicente
y la Guardia de Luján.
¡Si hasta los tres postillones
de la galera a Pilar
diz que cortaron las cuartas
negándose a continuar
mientras tanto a la Milonga
no consigan encontrar!
3
Te entonaba el peón de estancia
y la mozada “jai-laif”,
el milico en los fortines,
los niños bajo el parral,
las señoras en la sala,
la sirvienta en el zaguán
y las negras, que en las toscas
se juntaban a lavar.
4
Compadreaste en la corneta
del cochero de “tranguay”
alborotando a las chinas
paradas en el umbral.
Más no solo a las mujeres
emocionaste en verdad,
puesto que muchos varones
al ori tu bordonear,
endurecían el gesto
y en instintivo ademán
se quebraban el chambergo
y tanteaban el puñal.
5
¿Cómo te hiciste tan nuestra?
me atreveré a preguntar.
¿Por qué arraigaste tan hondo
en la expresión popular?
Y ese acento en que pregonas
un desafío cabal…
¿te lo darían las dagas
al chocarse ras con ras
mientras asedian los cuerpos
en siniestro viborear?
Contesta, Milonga mía,
que te vuelvo a interrogar:
¿del galope del caballo
tomaste acaso el compás
y es por eso que no faltas
en cada oportunidad
donde se encuentra un jinete
argentino u oriental?
6
Milonga, Milonga mía,
nadie te podrá olvidar,
pues con tus bizarras notas
tu socarrona humildad,
tus quejas y tus desplantes,
tu cadencia tan sensual…
¡Fuiste el canto de las pampas
y el himno de esta ciudad!


Versos de Justo P. Sáenz (h)

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