martes, 26 de diciembre de 2017

EL CHIRIPÁ

El chiripá es una prenda
de las gauchas tradiciones
que vistieron los varones
de hace un siglo más allá;
símbolo de valentía
de la que cuenta la historia,
gestos, de fama y de gloria
del hombre del chiripá.

Prenda que se usó en la época
de la bravura pampina
que la soledad argentina
exigía ser varón;
y jugar cara la vida
con temeraria guapeza,
frente a la fiera destreza
de la bola del malón.

El gaucho en aquellos tiempos
cruzaba la lejanía,
sin tener más garantía
que el valor individual;
su heroica esfingie vestía
el chiripá soberano,
como la insignia del llano
del Don Quijote rural.

En los gestos más salientes
de la historia de mi raza,
surgió bravo y sin coraza
el hombre del chiripá;
en los campos de batalla
al pie de nuestra bandera,
donde la gloria surgiera
su gaucho atavío está.

Paño que vistió el patriota
del ejército argentino,
el indio y el campesino,
el tropero y el alsao;
manto macho que es la insignia
de varones como roble,
signo de una raza noble
de un histórico pasao.

El chiripa, paño macho
no es prenda del hombre flojo,
la usa el que es hombre de arrojo
porque es prenda de varón;
la usaron hombres de agallas
que enfrentaron el acero,
sin más coraza que el cuero,
en los duelos a facón.

El hombre de ese atavío
se defendió de las fieras,
de las crudas montoneras
y del malón ancestral;
de chiripá honró la patria
de chiripá la hizo bella,
y fue el propulsor en ella
de su riqueza rural.

Hay hombres de alto abolengo
en piedra y bronce esculpidos,
monumentos erigidos,
apellidos ilustraos;
que usaron bota de potro,
poncho de vicuña fino,
el chiripa de merino
y calzoncillos cribao.

El chiripá es una enseña
cita de una era argentina,
semblanza gaucha genuina
que exige recordación;
es un pedazo de pampa,
es un retazo de historia,
que convida a la memoria
a vivir su tradición.

De chiripá domó un potro,
de chiripá arrió una hacienda
y de chiripa a su prenda
en la reja le cantó;
de chiripá la alzó en ancas,
de chiripá formó el nido,
y a su hijo recién nacido
de chiripá lo envolvió.

El chiripá rememora
como recuerda un chingolo,
como el ombú viejo y solo
que cuenta rtres siglos ya;
donde al son de las guitarras
en una zamba genuina,
bailó la dama argentina
y el señor del chiripá.

El chiripá me parece
aunque a ustedes les asombre,
que al hombre, lo hace más hombre
que sus gestos son de alsaos;
que de nuevo la partida
persigue su gaucha estampa,
mientras él cruza la pampa
hachando los alambraos.


Versos de Martín Castro

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