En
la estancia “La Oración”,
a
eso de la madrugada,
estaba
la paisanada
mateando
junto al fogón,
cuando
uno de la reunión
dijo:
“-Yo voy a cantar”,
y
sin hacerse esperar
pulsó
el sonoro instrumento
y
empezó con sentimiento
esta
historia a detallar.
“-De
la hija de un puestero
se
enamoraron un día
Juan
Cruz, gaucho de valía,
y
el hijo del estanciero.
Quién
de ellos era el primero,
nadie
lo sabía de fijo,
entonces
el padre dijo.
<-Cada
cual traiga su pingo
y
aquel que gane el domingo
será
el dueño, yo lo exijo>.
Llegó
el domingo y la gente
alrededor
de la cancha
cayó
como una avalancha
para
ver al de la suerte.
Al
rato, altivo, sonriente,
en
un 'oscuro tapao',
llegó
Cruz muy bien montao
y
detrás de él, altanero,
el
hijo del estanciero,
en
un 'alazán tostao'.
Áhi
nomás se prepararon
los
dos con fe de ganar,
y
sin hacerse esperar
a
la voz de ¡aura! largaron.
Dos
o tres gauchos gritaron,
mirando
para un costao:
<no
hay duda, gana el 'tostao'>
mientras
otro sostenía
que
el pingo de más valía
era
el 'oscuro tapao'.
Los
dos pingos en la brecha
dispararon
sin desmayo,
si
el 'alazán' era un rayo,
el 'oscuro' era una flecha.
La
muchacha, satisfecha,
esperaba
al gaucho ufano,
ella
quería al paisano,
no
al hijo del estanciero,
no
ambicionaba dinero,
sino
un amor soberano.
Iba
adelante seguro
el
hijo del estanciero
cuando
miró que ligero
lo
iba alcanzando el “oscuro”.
Y
al encontrarse en apuro,
se
puso el pobre amarillo,
y
al ver decaer su brillo,
con
un gesto de locura,
echó
mano a la cintura
y
desenvainó el cuchillo.
Cuando
vio cerca al rival
sin
sospechar se acercó,
y
el cuchillo le clavó
al
indefenso animal.
Lanzó
un relincho fatal,
y
cayó en sangre bañado;
Juan
Cruz quedó ensimismado
al
ver la acción del sotreta,
que
iba llegando a la meta
sin
poder ser alcanzado.
Pero
la joven, que vio
la
acción de aquella alma ingrata
besó
llorando a su tata,
el
que nada comprendió;
y
cuando cerca lo vio
se
abrió paso entre la gente
y
al verlo venir sonriente
le
grito: <-¡Con vos no me hallo!>
y
en las patas del caballo
se
tiró, y halló la muerte.”
Versos
de Juan
Manuel Pombo
Éste hermoso verso, me lo recitaba mi Tío Manolo, allá x los años setenta. Bellisimo recuerdo. Gracias.
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