miércoles, 5 de marzo de 2014

SIN DERECHOS

1
Como gladiador cansado
pierde las fuerzas el día,
perfumando su agonía
el fresco soplo del prado.
Queda el Oriente pintado
por penumbras, con derroche:
y en actitud de reproche,
cuadrado el sol, de soslayo
recoge su último rayo
al presentarse la noche.
2
Con nuevo impulso verdea
la flora de la campaña,
quebrando con faz huraña
despojos de luz pigmea:
el pastizal parpadea
sobre la inculta colina,
y mientras todo declina
en las regiones campestres,
sueltan las aves silvestres
su plegaria vespertina.
3
Por apretado sendero
sale del monte un jinete
rompiendo el tupido brete
del pajonal majadero.
Teme, recela y ligero,
casi en pleno desvarío
le tira al campo y al río
por izquierda y por derecha,
una mirada de flecha
que va a sondar el vacío.
4
Es desertor. Su delito
le impone firme misterio
y huyendo del cautiverio
anda sin rumbo y solito.
Por las penurias marchito
busca saludable riego
y en brutal desasosiego
cuando el sentimiento brama,
oye un rancho que lo llama
con clamoreos de ruego.
5
Allá va. Sabe seguro
que el sable lo pastorea,
que es desigual la pelea,
que es muy amargo el apuro.
Pero, gaucho fuerte y duro
lleva un propósito fijo,
guarda un tierno regocijo
que lo arrastra desde lejos,
hay en el rancho dos viejos
que no los olvida el hijo.
6
Entre dudas y temores
pisa la choza querida
donde sembró su partida
desalientos y dolores.
Toca a sus progenitores
con sobresalto sincero;
y en el silencio campero,
como indudable noticia,
salta una franca caricia
que se le escapa al matrero.
7
Es muy corta la visita
porque lo quiere la suerte,
pues un pampero de muerte
sobre su cuerpo palpita.
De la pareja bendita
se despide sin rudeza:
y consumiendo entereza
para tornar al retiro,
monta bordando un suspiro
con hebras de su tristeza.
8
Vuelve solo a la guarida
conquista de independencia,
preparado a la violencia
y a vender cara su vida.
Nadie lo ampara ni cuida,
nadie le ofrece perdón,
que la carne de cañón
y el siervo de mil señores
no tiene más defensores
que su astucia y su facón.

Versos de Elías Regules
                  (uruguayo)

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