lunes, 24 de marzo de 2014

PALACIO SAN JOSÉ

Sigue siendo irreal. Un espejismo
que atravesó los mares y la historia.
Un perenne artificio. La ilusoria
visión de un General. El egoísmo

o la compleja vanidad de un hombre
que concibió el esplendido escenario
para su eternidad, y el temerario
puñal de la traición sobre su nombre.

Nada es real. Ni el lago ni la alfombra
de rosas que a Sarmiento recibiera,
ni la sala de espejos, ni la sombra

de un fugaz centinela de ceniza.
Solo una cosa, acaso, es verdadera.
Una mancha de sangre: la de Urquiza.

Versos de Juan Manuel Alfaro

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