Indio al verte
sospeché
que mi pingo te
gustaba
y mientras lo
contemplaba’
de lejos ya te
viché
la pucha, dije y
pensé
por algo se le
acercó,
suavemente lo tocó
haciéndolo con
orgullo
queriendo hacerlo
suyo
sin miedo se le
acercó.
El ojo ya le había
echao
a mi zaino pico
blanco
y el indio muy
firme y franco
me habló con mucho
cuidao
medio me quedé
callao
al ver firme
decisión.
-No tengo mala
intención,
solo lo quiero
comprar
y ahura lo quiero
pagar
si no tiene otra
razón.
Pa’ venderlo lo
tenía
por eso no reculé,
despacio me le
acerqué
por la intención
que traía,
en su tirador tenía
unos buenos
patacones
y ya entramos en
razones
yo también con
mucho orgullo
dije: -El pico
blanco es suyo
y él retozó de
emociones.
-Ahura hermano yo
te digo
que no pensaba
robarlo
solo quería
comprarlo
y ganarme un buen
amigo,
pongo al cielo por
testigo
palabra de un viejo
pampa
solo quería que mi
estampa
fuera siempre en tu
recuerdo
vos siempre
estarías diciendo
que no fui indio
con trampa.
Después que se lo
vendí
su franca mano
estrechó
y muchas gracias me
dio
y esa leción yo
aprendí,
por eso que desde
ahí
hay que tener
buenos trato’,
y se lo vendí
barato
yo también con
emoción,
me retozó el
corazón
y fue por un largo
rato.
Lo montó muy
satisfecho
desparramando
alegría
y encaró a la
toldería
sonriente y sacando
pecho,
iba firme, bien
derecho,
galopiando por el
llano,
sentí el calor de
su mano
tal vez por lo mal
pensao
y tuito quedó
arreglao
con papel, pingo y
mi hermano.
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