martes, 26 de agosto de 2014

LA ÚLTIMA CHATA

Con toda la caballada
y el lujo de su aperaje
cruzó despacio el paraje
la última chata cargada.
Bajo una tarde nublada
que entristecía el paisaje,
pingos de oscuro pelaje
cumplían la misión ingrata
de llevar aquella chata
haciendo el último viaje.

A ocho leguas de Navarro
paraje de “El Sol de Mayo”
con sus famosos caballos
entrenados en el barro.
Vivía un paisano bizarro
que decía con acierto:
“-Después que yo me haya muerto
tal vez te echen al olvido…
querida chata que has sido
hasta hoy, “La luz del Desierto.”

Ese nombre en la culata
y en las barandas al tope
le había escrito Don López
que era el dueño de la chata,
y que hoy ya nadie más ata
después que tanto ha servido,
su patrón, ya envejecido
partió hacia el último puerto…
y ya no alumbra el desierto
su farolito encendido.

Que fantástica visión
reflejaba en la llanura
esa colosal figura
a la hora de la oración.
Ya no se ve aquel fogón
de biznaga y cinacina,
donde un guiso se cocina
al borde de algún camino,
ni se escucha el peregrino
cencerro de la madrina.

Entre un tropel de camiones
don López, seguía en su chata,
y aunque ganó poca plata
no soportaba patrones.
Tampoco tuvo ilusiones
de riquezas ni ambición;
solo la noble intención
de mantener victoriosa
esa bandera gloriosa
de la criolla tradición.

Tal vez un día el gauchaje
-con el pabellón al tope-
le rindan a Eduardo López
y a su chata, un homenaje.
Porque eran para el paisaje
auténticos atractivos,
tan nuestros como exclusivos
igual que el ombú en la pampa
y adornaban con su estampa
los horizontes nativos.

Hoy entre cardos y espinas
-sin motivos valederos-
en los campos navarreros
se van muriendo una ruinas.
Gloriosa chata argentina
que acarreara tanto peso,
hoy duerme eterno receso
después que fue su destino
llevar por tantos caminos
todo el fruto del progreso.

Dicen que cuando el paisano
del pago de “El Sol de Mayo”
largó el último caballo,
lo abrazó como a un hermano.
Y luego mirando al llano
siente que todo termina
y humedece su retina
un lagrimón que atropella…
y nunca más a la huella
salió la chata argentina.


Versos de Ricardo D. Lejarza

No hay comentarios:

Publicar un comentario