Custodian
el fortín, en brava espera,
mujeres,
por humildes, olvidadas,
que
a punta de coraje y desveladas
defienden
con su sangre la frontera.
Esta
vida sin tiempo se acelera
cuando
llegan las hordas encrenchadas,
que
traen en sus lanzas, ensartadas,
todas
las caras de una muerte fiera.
Para
enfrentar la pampa y el combate,
en
cada pecho de estas hembras late
un
orgullo de Patria en letras de oro.
Donde
el indio detiene su alarido
con
el gesto de un grito sorprendido:
“¡Cristiana
siendo macho!... ¡Toro, toro!”
Versos
de José
Luis Acosta
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