sábado, 30 de agosto de 2014

EL GAUCHO

1
Yo soy el gaucho que canta
cuando un pesar le acongoja;
soy árbol que se deshoja
del dolor bajo la llanta
sola en la vida me encanta
el vivir con libertad,
por eso en la inmensidad
del desierto, se ha extendido:
yo necesito ese nido
soy ave de tempestad.
2
Soy el que cruza sombrío,
como racha del “pampero”,
en su dócil parejero
de la Patria, el campo mío;
soy el torrentoso río
en las llanuras formado
cuyo cauce desbordado
del infortunio al rigor,
busca el mar de un dulce amor
para vivir resignado.
3
Soy el que calma su pena
peleando contra la suerte;
el que provoca a la muerte
siempre con cara serena;
el que en la desgracia ajena
tiende primero la mano;
el que lleva, soberano,
como tesoro ocultado
dentro del pecho encerrado
el corazón más humano.
4
Soy  aquel que cuando dora
la brillazón en Oriente
hasta su pálida frente
llega el beso de la aurora;
el que en su pecho atesora
la fuente de la ilusión;
el que juntito al fogón
su guitarra hace llorar,
el que si llega a cantar
despedaza el corazón.
5
Yo fui la savia volcada
en la guerra fraticida,
la que corrió por la herida
de la Patria desangrada;
fui la primera avanzada
contra el despotismo extraño,
he sido el primer peldaño
del progreso en el cimiento,
el que no se dobló al viento
ni al peso del desengaño.
6
Yo soy el gaucho proscrito
en la Patria que ha formado
el que purga abandonado
de su valor, el delito.
El que a veces al tranquito
cruza la pampa desierta,
donde como sombra incierta
veo recuerdos que fueron,
pero que ya se perdieron
como mi esperanza, muerta.
7
Soy el que en noche sombría
pasa los campos, cantando
canciones que van dejando,
no sé qué melancolía,
soy el que lleva por guía
como una estrella fulgente,
la miradita sonriente
de la criolla que lo adora,
cuya luz es una aurora
que va estampada en mi frente.
8
Soy el que en los ojos negros
guarda gotas de rocío,
perlas que ha dejado el río
del dolor en sus despojos;
el que pisa los abrojos
de la senda con orgullo,
soy el que sueña al arrullo
del “pampero” rugidor,
que me ha educado cantor
con su incesante murmullo.
9
Yo soy el gaucho que adora
la soledad del desierto,
de las brisas el concierto
y su rancho de totora.
El que vive entre la aurora,
del amor y el sufrimiento,
soy el que respira el viento
sahumado de margaritas;
el que canta vidalitas
más sentidas que un lamento.
10
Soy el que si en la llanura
la oscuridad lo sorprende
junta cardos, con que enciende
para asar alguna achura.
El que sin grande amargura
tiende el recao en el suelo
y entre tanto sin recelo
se va quedando dormido…
El viento canta a su oído
Y tiene por techo el cielo.

Versos de Horacio B. Oyhanarte

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