jueves, 22 de mayo de 2014

SANGRE GAUCHA

-¿Hay aguardiente, tata?
 -Ahí tenés en el frasco un poco ‘e caña;
pero tené cuidao al despacharte
y déjame un traguito pa’ mañana.
-La quiero pa’ curarme...
- ¿Y qué te pasa?
- Me trencé en el boliche y le asiguro
que faltó poco pa’ que entriegue el alma.
¡Eran tres contra mí!
-¿Les disparaste?
-Yo se lo juro por la pobre mama
que me cargaron fuerte
pero no les salté ni una pulgada.
-¿Te asistió la razón?
-¡Y claro, tata!
Dentraron a decir que los criollos
no sirven pa’ alcanzar un jarro de agua;
que se pasan la vida bajo un sauce
templando y destemplando la guitarra
y que tuita la historia de nosotros
es yerbiar y cantar como chicharras.
Yo no pude aguantar esos disprecios
y les dije a los tres esos que hablaban:
“No debe ser pa’ tanto, compañeros…
y aprendan a medirse en las palabras,
que a lo mejor un gaucho ‘e malas pulgas
que lo sobra al dorao en las agallas
les pega algún planazo por la jeta
pa demostrarles que no somos maulas”.
Se encularon los tres y contestaron:
“Y ese gaucho tan bravo, ¿dónde anda?
Lo queremos probar, pa’ ver si es cierto
que a lo mejor… resulta pura charla”.
“¡Ese gaucho soy yo!,  les dije al tiempo
que arrancaba el cuchillo de la vaina
y “¡ atropellen, canejo, que los hijos
de esta raza de tigres no disparan!”
-¿Y lo cargaron, m’hijo?
                                      -Me cargaron…
y salimos mano a mano en la parada…
Yo, con tres puntazos en el cuerpo,
y ellos, ¡con tres hachazos como zanjas!
-¡Ha peleao con razón! Lo felicito. 
¡Usté es un gaucho de mi misma cría!
¡Déme un abrazo juerte y vaya al catre
a ver si le curamos las heridas!...


Versos de Boris Elkin

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