jueves, 22 de mayo de 2014

EL HEROÍSMO DE PAIVA

            (relato)

“-Si es que Paiva se ha dormido
estando de centinela
hay que aplicarle la espuela
del código establecido.
Por lo tanto, Cabo Guido,
como sé de que se empaca,
ese gaucho y se destaca
por su soberbio derroche…
dispongo de que esta noche
duerma amarrao a la estaca”.

Al instante fue cumplida
la ordenanza superior,
y Paiva sufrió el rigor
de la pena consabida.
Con la palabra medida
de su voz clara y timbrada,
dijo: “-Aguanto la estaqueada
con toda calma paisano…
porque mañana temprano
quiero pelear con la indiada”.

“Pero después de luchar
como le cuadra a un valiente,
si no sufro un accidente
de aquí voy a desertar.
Y les quiero recalcar
ya que de guapo me alabo,
que no me asujeta el clavo
de promesas ni laureles…
Vine a pelear con infieles
y no pa’ servir de esclavo”.

Al enterarse el Teniente
de lo que Paiva decía,
esbozó una mueca fría
y repuso en tono hiriente:
“-Déjenlo que se lamente
que ya se le va a pesar,
no vengan a incomodar
con chismes, porque deduzco…
que ese gaucho como el cuzco
no sabe más que ladrar”.

Y cuando el gallo altanero
grabó su voz en el viento,
ya rumbeaba el regimiento
bajo el poncho del lucero…
Cabalgando en un overo
iba Paiva receloso,
observando cauteloso
los contornos del camino…
como olfateando el destino
en el campo silencioso.

Fue tremendo el encontrón
del regimiento y la indiada,
y una lucha encarnizada
hizo terrible explosión.
Unos y otros en montón
con esfuerzos denodados,
luchaban desesperados
entre gritos y alaridos…
mientras los muertos y heridos
caían  ensangrentados.

Con tanto empuje luchó
Paiva en aquella jornada,
que dentro la misma indiada
admiración despertó.
El Teniente que observó
su portentoso valor,
dijo al Sargento Mayor
mientras iban combatiendo:
“-Ese gaucho está pidiendo
la medalla del honor”.

Los indios se dispersaron
tras la derrota sufrida,
y en busca de su guarida
por el desierto fugaron.
Los milicianos quedaron
atendiendo a los heridos,
y en esos rostros curtidos
por los soles de la gloria…
Se vio de que la victoria
también tiene sus vencidos.

En el patio del fortín
el regimiento formó,
y por el triunfo vibró
con estridencia el clarín…
El cabo, Villamarín,
con los brazos bien abiertos,
rogó en los rudos conciertos
de unos versos emotivos…
La bendición pa’ los vivos
y el descanso pa’ los muertos.

Pidió entonces el Teniente
que Paiva se presentara,
pa’ que la tropa admirara
la figura de un valiente,
pero el soldado Vicente
al instante,  respondió:
“-Tal como lo prometió
Paiva la noche pasada…
después de vencer la indiada
de las filas desertó.”


Versos de Juan Pedro Carrizo

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