BARRIO DE “LA ESTACIÓN”
Si a mi pueblo he
saludado
con el cariño de un
hijo,
en un verso
desprolijo
pero bien
intencionado,
hoy le canto
alborozado
con todo mi
corazón,
al barrio que fue
rincón
de mis sanas
alegrías,
en aquellos lindos
días
cercano a “La
Estación”.
La antigua casa “Ruvella”
donde cursé primer
grado,
patrimonio de un
pasado
que ha ilusionado
mi huella.
Va mi recuerdo
hacia ella
de cocoa, leche y
bizcochos,
desde el año
treinta y ocho
esbelta como una
dalia,
ejercía “mi señorita
Italia”
docencia en la
Escuela 8.
Por tu saber
soberano
hoy soy un hombre
feliz,
mas guardo una
cicatriz
en el hueco de mi
mano.
Recuerdo que ese
verano
en un gesto sin
igual,
me llevaste al
Hospital
tapando mi
travesura,
demostrando tu
ternura
hasta mi casa
natal.
Barrio activo en su
labor
por sus diversos
vaivenes
con movimiento de
trenes
de máquinas a
vapor.
Era un lugar de
esplendor
por su gran
actividad,
cereales en
cantidad
distintas cargas,
correo,
era tu andén un
paseo
de intensa
movilidad.
En las Ferias
Ganaderas
era un lujo
trabajar,
desde antes del
aclarar
andabamo’a las
carreras,
pechando vacas,
tranqueras,
arriando a pueblos
cercanos,
juntarnos con los
paisanos
en cantos y
guitarreadas,
domas de potro,
pialadas…
¡si parecíamos
hermanos!
Mi rancho estaba
plantado
a la orilla de la
villa,
y en mis largas correrías
siempre anduve bien
montado.
el amor siempre a
mi lado
se albergó en mi
corazón,
por eso, de este
rincón
alzo mi voz con tu
nombre:
gracias a vos me
hice hombre
¡Oh, barrio de “La
Estación”!
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