sábado, 25 de julio de 2015

PUEBLERINA

Las cuartetas que siguen, en realidad no tienen título, corresponden a la parte X del libro "Juan Nadie - vida y muerte de un compadre" (1954)

1
Se tendía la tarde quieta
apaciguando el paisaje
con un variable celaje
que iba del rosa al violeta.
2
Raspado el viento en la copa
de lija de las higueras,
se mojaba en las hileras
de los tendidos de ropa.
3
Desde el lejano confín
hasta los planos primeros,
temblaban los reverberos
sobre los techos de cinc;
4
y los postreros reflejos
emborronando su tono,
nimbaban un abandono
de tablas y tachos viejos.
5
Puliendo lejos sus franjas
en una plata fingida,
iba gastando su vida
el agua gris de las zanjas,
6
y con raros artificios
que le rayaban temblores,
formaba hermosos colores
de restos y desperdicios;
7
mientras furtiva y ufana,
oculta entre la maciega,
tocaba como una ciega
siempre lo mismo la rana.
8
Había un largo desaliento
desde los verdes remotos
hasta los papeles rotos
que andaba arrastrando el viento;
9
y un azul desvanecido
de techo, de aire, de cielo,
le daba un tono de hielo
al horizonte dormido.
10
Junto a los cercos de cinas
o en los abiertos portones,
hilaban conversaciones
los gestos de las vecinas;
11
y la palabra pausada
del comentario sin prisa,
saltaba como una tiza
partida en la risotada;
12
o el aderezo picante
de una salida guaranga,
llevaba un rostro a una manga
o alguna pierna adelante.
13
Alcoholizando su aliento
y acelerando el latido,
alzábase un falta envido
frente al almacén del viento,
14
y en medio de la vereda,
despreocupado y zumbón
levantaba de un tirón
algún pañuelo de seda,
15
de los que en sillas de paja,
frente a una mesa pringosa,
cerraban y abrían la rosa
ajada de la baraja.
16
Si una muchacha cualquiera
pasaba ante los mirones,
afirmaba en sus tacones
la indiferencia altanera,
17
llegando a agarrar el trote
para evitar un desmán,
si insinuaba un ademán
alguno de los del lote.
18
Isidra cruzó la acera
con ese afán de secreto
de las vidas sin respeto
que las escupe cualquiera.
19
Igual que perro sin dueño
solo llegaba a su oído
el eco de algún silbido
o algún insulto risueño.
20
Había en el rancho otra china
cuando el hombre precavido
se fue procurando olvido
y halló en el cambio la ruina.
21
Con la partida de Juan
se desprendió esa ladera,
así que de lavandera
tenía que ganarse el pan.
22
Pero, dulce y consecuente.
cuidó la casa con celo
mientras bordaba un pañuelo
celeste para el ausente.
23
Nunca dejaba revuelta
la habitación con la mansa
y renovada esperanza
de hallarlo en ella a la vuelta;
24
y llegó en su espera fiel
a dejarle la comida
y hasta la mesa tendida
cuando soñaba con él.
25
Aquella tarde apuraba
el paso con la creencia
de contemplar la presencia
que el corazón le anunciaba;
26
por eso no hubo sorpresa
cuando al cruzar el umbral
vio el reflejo de un puñal
junto a un sombrero en la mesa.


Versos de Miguel D. Etchebarne

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