viernes, 10 de mayo de 2013

ROMANCE DEL CABALLO CRIOLLO

La orilla del horizonte
que hace redonda la pampa,
está recortando cielo
como para una medalla.
Colores que la dibujan
son los colores del alba,
y la luz, pátina lenta,
le da relieves de nácar.

¡Qué agonía de luceros
se quiebran para que nazcas,
silueta vívida y pura
con limpio fondo de estampa!
Corcel de briosa figura
que del cenit te levantas,
como un coágulo de bronce
latiendo carne de estatua.

Caballo, caballo criollo,
caballo de estirpe gaucha,
que llevás las tres marías
puestas en cruz sobre el anca;
tu sangre es la misma sangre
valiente de nuestra raza,
porque ha bebido en los vientos
de los campos de la patria.

Porque ha corrido en la lucha
desde el cauce de tu entraña,
partida de medio a medio
por el chuzo y la tacuara,
allá, cuando en el combate
diste tu pecho a las lanzas,
sabiendo que eras el mástil
de la enseña azul y blanca!

¿Qué rienda de qué valiente
te habrá llevado a la carga?
¿Qué clarín habré encendido
tus ojos como dos llamas,
cuando al tronar el cañón
te pusiste a la vanguardia,
y eran raíces de viento
de fuego tus cuatro patas?

América toda entera
se estremeció de tu planta,
portador de libertad
clamada por veinte patrias.
Y en las sierras del Perú,
y en las llanuras del Plata,
soldado de San Martín,
gaucho de Güemes en Salta!

Caballo, caballo criollo,
caballo de estirpe gaucha,
compañero inseparable,
vencedor de la distancia;
cuando detrás de la lucha
se vino la madrugada
del gran día de la paz
dorado en sol de esperanza;

tu te enrolaste primero
para labrar el mañana:
arriador de larga tropa
por los cuadros de la estancia,
o haciendo con el arado,
en el erial de la chacra,
tajo de surco fecundo
sobre el filo de la helada.

Y así hasta que abrió la flor
de la aurora ya soñada.
Y cuando vino la tarde
-bien venida y bien ganada-
que vierte con su silencio
sobre el confín de la pampa,
claveles llenos de sombra
nacidos de las guitarras;

todo parejo y pulido,
y endomingado de plata,
te largaste al trotecito
derecho hacia la enramada.
Y el premio fue la caricia
de la moza enamorada,
que te trajiste de vuelta
como una rosa en el anca.

Caballo, caballo criollo,
caballito de la patria,
soldado con San Martín,
gaucho de Güemes en Salta!

Versos de Teófilo Hiroux Funes

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