miércoles, 29 de mayo de 2013

BODA CAMPERA

Canturriaba el “Pampero” sus endechas
enredao en los talas y espiniyos
y el poniente asulao, se festionaba
de rojo fuego, lila y amariyo.
Ansinita la tarde iba cayendo
entre los tintes de esa lus difusa,
cuando anunciando el paso de un viajero
se oyó el chas… chararás de la lechusa.

Yegó el paisano y sofrenó su flete
junto al foyaje de una verde liana,
que por darle soltura a su tientaje
l’iba achicando el güeco a una ventana.
De ayisito salió una linda prienda
de ojos más negros, que el más negro olvido,
con el pelo partido medio a medio
como las alas de un biguá dormido.

Su manito, buscó la del amante;
él, procuró su boca color grana
y ella campió en el fondo de aquel beso
un mundo de promesas, pa’l mañana.
Ya por última ves, miró aquel rancho,
y persinó entre alegre y dolorida
y detrás de dos lágrimas matreras
un beso le tiró de despedida.

De un salto se sentó sobre las ancas
de su cómplice, el ruano coscojero,
que picó retozón, como juyendo
del cortejo nusial del teru-teru.
Y soñando despiertos contemplaron
como siñuelo asul de su destino,
la esperanza jugando en el selaje
y la gloria, de pie sobre el camino.


Versos de Valentín Cavilla Sinclair

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